Una Colorada (vale más que cien descoloridas) | Feministas agresoras

Una Colorada (vale más que cien descoloridas) | Feministas agresoras

Lilia Cisneros Luján*

“Lo cierto es que realmente los ánimos de la humanidad son verdaderamente caóticos”

Aun cuando el mes de marzo con sus recordatorios a favor de la mujer han quedado muy atrás, pensaba hacer una profunda reflexión sobre el tema, sin embargo, la semana que concluyó y las consecuencias de esta me hacen posponer una vez más el tema de lo femenino.

Por lo pronto, fiel a su perfil comunicacional similar al de Goebbels, el gobierno de México lanzó como cortina de humo inicial para que la ciudadanía deje de ver el sin fin de tragedias vinculadas con la seguridad, muchos temas de los cuales haremos breve comentario.

Como antecedente, es de notarse que los consorcios de televisión desde hace un par de semanas les dieron menos espacio a las tragedias locales y obviamente nos pudimos enterar de la inseguridad en Chicago, Philadelphia, Texas –muchos más de los Estados Unidos– y también desgracias –homicidios, protestas, atentados– en Europa, Oriente, Medio Oriente y, por supuesto, África.

Sin imaginar que alguien de América Latina vaya a poner sus barbas a remojar, luego de lo ocurrido en Sri Lanka, el presidente Gotabaya Rajapaksa, –anterior a su mandato fue primer ministro– intentó simplificar errores como enfocarse al mercado nacional, en vez de exportar sus productos al extranjero, no ocuparse profesionalmente para evitar el crecimiento de la deuda y hasta dejar de pagar por haberse quedado sin divisas; amén de ocupar los recursos que tenía en proyectos de infraestructura innecesarios, que financió con préstamos de otros naciones, como es el caso de China.

¿Influyó la inseguridad para que los turistas dejaran de viajar debido a los ataques con explosivos, incluso a iglesias?

¿Podrán sus pueblos respetar la ley, –como se los pidió Mohindad Abeywardana, portavoz del parlamento– si aprendieron a vivir, de dádivas que se les otorgaron al margen de las normas?

Más al norte y también en Oriente, mientras en México se pretendía encender los ánimos de los frustrados por la muerte de Luis Donaldo Colosio o la situación sin cambios de los 43 desaparecidos en Iguala, donde gobernaba un amigo de “ya saben quién”, supuestamente de filiación perredista, ocurren dos fallecimientos que roban la atención: en México un anciano de poco más de cien años –Luis Echeverría, expresidente de quien algunos siguen bebiendo supuesta experiencia– y en Japón Shinzo Abe, un exprimer ministro de prestigio y en campaña fue acribillado durante un discurso público.

¿Qué tanto se arruinan los planes propagandísticos oficiales que incluían el desprestigio de contrincantes políticos, como el exmandatario Peña Nieto o el actual presidente del PRI?

¿Qué no se suponía que habían firmado un acuerdo por el cual se otorgaron casi 10 millones de votos al actual gobernante, y esos eran de priístas?

Lo cierto es que realmente los ánimos de la humanidad son verdaderamente caóticos.

En el discurso, lideresas feministas, como la jefe de gobierno de la Ciudad de México, atacan sin piedad a alcaldesas mujeres que le ganaron espacios en la elección del año pasado.

En el tema de las expresiones de grupos que se manifiestan, un buen número de ellas actúan como si fueran la versión no masculina de los cuarenta ladrones de Ali Baba, sin importarles el tema de la autoridad o la ley, agreden a mujeres policías, vendedoras ambulantes que no sean afines a su ánimo, inclusive provocándoles lesiones que podrían poner en riesgo su vida.

¿Cuál considera usted estimado lector que debiera ser el manejo feminista en los tan en boga gobiernos feministas? ¿De verdad las agresivas tienen justificación para serlo o ello simplemente arruina toda suerte de “buenas Intenciones”?

Tal como señaló el máximo líder mundial de la clerecía católica, México está salpicado de sangre y no se trata de reprimir a quienes lo señalan, yendo de la violencia verbal a la física, sino de tener la sensibilidad de asumir que este otro tema nos puede regresar históricamente a momentos que se supone habían sido remontados en cuanto a separación iglesia-estado, el derecho de cada quien de creer o afiliarse a la religión que le convenga y la educación laica.

¿Esperamos llegar a niveles de desesperación derivados de la ausencia de oportunidades laborales, de estudio o de progreso, que desborden los controles personales para llegar a excesos, como es el destruir propiedad ajena –pública o privada– oficializar el pillaje o mirar hacia otro lado ante las desapariciones, las agresiones, el secuestro y la muerte?

Y solo para dejar anotado el tema de la explotación femenina. Sí es verdad que desaparecen o secuestran más hombres que mujeres; sí a ello le sumamos niños, lo grave se convierte en macabro y si pudiéramos visibilizar lo que queda escondido detrás de las puertas de cada hogar, la pregunta es ¿cómo llegamos a esto?

Hoy las mujeres usan mucho de su tiempo, no en guisar ni apoyar en las tareas de los menores, ni mucho menos en asistir a clubes, iglesias o grupos de extensión educativa.

Se organizan para hacer cartulinas, mantas o todo tipo de expresión de su hartazgo, mientras que otras mujeres que han llegado al poder legislativo obedecen al macho que les pide busquen la manera de obtener más ingresos, como por ejemplo gravando las rentas de habitaciones o incluso casas que ocupan la propiedad de abuelas desempleadas.

Así las cosas, consorcios –les llaman colectivos– feministas, terminan apropiándose de lo que una mujer hoy de la tercera edad logró con el trabajo de toda una vida terminando sus días, en el cuarto de la azotea o en un asilo público donde les sirven leche Betty y alimentos contaminados. Pero de eso les debo la reflexión.

*Maestra en Educación Familiar


**Las opiniones plasmadas en las colaboraciones son responsabilidad de cada autor, así como su estilo de escritura. Ecodiario Zacatecas sólo es una plataforma digital para darlas a conocer a sus lectores.

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