Reflexionando el Evangelio | Reconciliación y paz

Reflexionando el Evangelio | Reconciliación y paz

VII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C

“Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso”

Lucas 6, 27-38

Durante los últimos años hemos oído hablar acerca de la necesidad de crear comisiones para la reconciliación y la paz. Suena bien la intención, el enunciado y la necesidad. Vivimos en una sociedad que pasa con rapidez (a veces, rispidez) de un conflicto a otro; su repetición y aumento exponencial van creando un ambiente donde se denota fragmentación social y se respira una violencia interminable como forma de vida.

Adversarios, enemigos, opositores, contras, tripolares… han entrado, no sólo al lenguaje ordinario, sino también en los diversos escenarios y espacios vitales.

La palabra de Dios siempre es oportuna; lleva en sí una infinita carga de posibilidades/oportunidades para sanear y sanar el tejido social y hacer realidad los sueños de relaciones humanas pacíficas, fraternas, solidarias. El domingo pasado escuchamos el discurso provocativo de las bienaventuranzas donde Jesús proclama la felicidad donde no la buscamos: los pobres, los sufrientes, los que lloran, los denostados. Hoy escuchamos un llamado no menos provocativo: “Amen a sus enemigos…Hagan el bien a los que los aborrecen…” La ‘lógica’ humana pareciera entrar en crisis de seguridad… Sin embargo, la ‘lógica’ del amor gratuito de Dios nos abre las puertas para generar caminos que nos lleven a la reconciliación y la paz.

El mandato del amor al enemigo y la renuncia a la violencia tienen como punto de partida la persona de Jesús y su proyecto del Reino de Dios que es amor y vida en plenitud. Amor -sin excluir a nadie- y respeto a la vida –sin excluir a nadie- son y expresan los valores fundantes del Reino. Amar al enemigo es un canto a la vida y un no rotundo a la violencia. El Evangelio pide la presentación de la otra mejilla (no es dejadez) para superar la espiral de la violencia con el amor efectivo a quien nos hace mal. Para el discípulo de Jesús no hay razón para no amar a alguien. “Si aman sólo a los que los aman, ¿qué hacen de extraordinario?” “Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso”.

Jesús invita al cristiano posmoderno a marcar la diferencia en estilo de vida, convicciones y actitudes profundas hacia la propia vida y la del prójimo. Se trata de ser protagonistas en el amor gratuito y en el respeto a la vida, en casa y en la casa común. La palabra que hemos escuchado nos invita a preguntarnos de qué manera solucionar nuestros problemas y cuál debiera ser nuestro aporte para la reconciliación y la paz ante la dolorosa situación de violencias, indiferencia y conflictos innecesarios.

Además, nos invita a saber aprovechar las áreas de oportunidad que se dan en las negatividades y ambigüedades que provocamos. El gran reto del cristiano de la posmodernidad es escuchar la Palabra y estar atento a los acontecimientos de cada día. Abrir bien los oídos del corazón, acoger, dialogar y actuar con audacia y coherencia es el camino para generar reconciliación y construir la ansiada paz. Las soluciones de coyuntura política son provisionales y engañosas.

Con mi afecto y bendición.

+ Sigifredo

Obispo de/en Zacatecas

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