Radar económico y financiero | ¿Qué pasará con el T-Mec?
“Mucho hemos escuchado en estos días acerca del tratado. ¿México se saldrá del tratado? Sería un desastre económico: nuestro país tiene operaciones con nuestro principal socio comercial, que representan el 31% del PIB”.
Raúl Rodríguez Márquez*
México cuenta con una red de 12 Tratados de Libre Comercio con 46 países (TLCs), 32 Acuerdos para la Promoción y Protección Recíproca de las Inversiones (APPRIs) con 33 países y 9 acuerdos de alcance limitado (Acuerdos de Complementación Económica y Acuerdos de Alcance Parcial), en el marco de la Asociación Latinoamérica de integración (ALADI).
Nuestro país quizá sea el que más acuerdos comerciales tenga en el mundo.
El momento fundador del T-MEC fue la divergencia de visión de sus integrantes. El presidente Biden apuesta por el “Made in America.”
A diferencia del TLCAN, cuando el motivo fue la apertura comercial de la región, el T-MEC surgió por el objetivo de Estados Unidos de crear una región de comercio administrado.
La última parte de la negociación se centró en el sector energético, que ahora pasa por un proceso de discusión en las mesas de un posible panel, la regulación ambiental, el mercado laboral y el marco legal para determinar el grado de contenido regional y nacional.
Básicamente, la parte que dimensiona el cambio estructural que se acordó para América del Norte y que hoy propicia la apertura de paneles y sistemas de consulta para resolver las disputas, que, dicho sea de paso, de perder, nos costaría alrededor de 30 mil millones de dólares.
El objetivo inicial de Estados Unidos era disminuir su dependencia con respecto a la importación de insumos intermedios y bienes de capital que tiene con el Este de Asia. Estados Unidos lo consideraba fundamental para limitar el avance de China en la manufactura de alta tecnología, algo que no ocurrió porque América del Norte no tiene una estrategia conjunta de política industrial para sustituir las importaciones que realiza del país asiático.
Para México también era esencial porque representaba el camino para relanzar su industria nacional en torno a los vínculos que tiene con Estados Unidos. El problema es que la divergencia de proyectos y necesidades no ha permitido generar acuerdos alrededor de las coincidencias.
Una limitante adicional es la esperanza que México ha depositado sobre los acuerdos comerciales firmados durante los últimos 36 años: se le ha considerado como el mecanismo para alcanzar el paraíso prometido de crecimiento y desarrollo. Durante los últimos 40 años se ha depositado la fe en el exterior, sin considerar que ello solo es posible con una política industrial propia.
La idea detrás de dicha premisa es que la apertura comercial sería capaz de promover el fortalecimiento del sistema productivo mexicano. Los resultados dan muestra de lo contrario.
Tres referencias históricas permiten observarlo. La primera data de 1986, cuando el país inició su travesía hacia la globalización con la entrada al GATT y se afirmó que ello “le permitirá gozar en todo momento de un trato especial y más favorable establecido por el GATT para esta clase de países; la salvaguardia de la potestad del Estado mexicano a ejercer plena soberanía sobre sus recursos naturales, particularmente en el sector energético”.
A cambio de ello, se gestó una apertura que debilitó la industria nacional.
El segundo elemento por considerar se remonta al 12 de agosto de 1992, cuando el entonces presidente de México afirmó que el TLCAN significaría más empleo y mejor pagado para los mexicanos. Esto es lo fundamental; y es así, porque vendrán más capitales, más inversión. La crisis de 1995 le dio la bienvenida y la recesión del 2001 mostró sus límites.
El tercero versa sobre el T-MEC. El entonces secretario general de la OCDE afirmó que el acuerdo anunciado hoy sostendrá el fuerte crecimiento y los buenos empleos en los tres países; asimismo… en pocas palabras, contribuirá a la mayor productividad y competitividad de la región en el ámbito internacional.
¿Cuál es el resultado del proceso? Bajo crecimiento que requiere un cambio estructural que apueste por el fortalecimiento interno para que sea la base exportadora.
Alemania, Estados Unidos, Corea del Sur y China apuestan por lo fabricado en su país. Es momento de apostar por lo “Hecho en México. Que está bien hecho”.
*Analista político y económico
Presidente de Grupo consultor Ragash
**Las opiniones plasmadas en las colaboraciones son responsabilidad de cada autor, así como su estilo de escritura. Ecodiario Zacatecas sólo es una plataforma digital para darlas a conocer