Andar las vías | Los enfrentamientos belicosos a pocos metros de convertirse en moda

¿Acaso los niños tienen culpa de lo que hacen las personas mayores?

Luna Morena*

La vida viene y va a pesar de los pesares que siguen y siguen como si fueran moda; unos cerca de nosotros, otros distantes,  pero  ocasionando preocupación social; como la guerra que continúa sucediendo entre esos personajes inconscientes, la cual lleva un buen tiempo de estar en acción. Pareciera que a sus  protagonistas no les interesa la paz, ni el bienestar de la gente. Tal vez hasta se complacen con el sufrimiento humano que se van quedando sin vivienda, sin víveres, sin nada; a veces corriendo desesperados buscando un refugio donde los agravios no los puedan alcanzar, otras veces algo tranquilos consumiendo alimentos racionados, temerosos de que en cualquier momento ocurra lo indeseable. Todo por la indolencia desabrigada que desde su fría existencia ordenan injusticias. Triste realidad que desde lejos la podemos ver y escuchar por los medios electrónicos posibles, imaginando la desesperación de la gente, la impotencia, el coraje ante ese mal gusto de combatir por poder. Ese poder que trastorna ambiciones y vuelve enemigos perfiles semejantes pero con sentimientos contrarios, que no esperan que la naturaleza haga sus estragos sino que hasta le advierten su  peligro.

Ojala fuera entre dos esta advertencia y se colocaran frente a frente, pero  únicamente ordenan desde lo oculto; su lugar de permanencia ante todo lo que dañan sin tantito corazón.

Pudiera haber resignaciones personales cuando ocurre aquello que nadie espera, y que se presenta sin horarios  avisados. Los llamados desastres naturales:  llámese inundaciones, temblores, derrumbes, tornados, deslaves, y un vasto etcétera de contratiempos inesperados que llegan quebrantando la paz social, los sueños,  los propósitos de familias enteras,  que muchas de ellas  pudieran haber empezado  a  cimentar su patrimonio  y de la noche a la mañana se quedaron sin nada.

En particularidades como esta pues ni hablar, debido a que  algunas hasta llegan a ocurrir de la nada. Es ahí donde el espectador se muestra solidario  con quienes  pasan esas congojas, que llegan arrasando y a la vez arrastrando lo que encuentran a su paso, dejando su marca perniciosa en cada orilla que presenciara su ineludible arribo, más vasto y tenaz que lo humanamente edificado.

Estos incidentes llegan sin manera de hacerles frente, u oponerse a su aparecimiento con la mejor batalla. Para estos casos y en  otros muchos, no existe ninguna valentía, porque su vigorosidad para nada es humanitaria; son como si vinieran con una misión silenciosa asoladora, retirándose cuando la han cumplido y ni a quien reclamarle nada. Algo que se puede hacer en los conflictos que por desacuerdos de pocos involucran  a miles de exculpados  que nada tiene que ver con desavenencias y disentimientos.

¿Acaso los niños tienen culpa de lo que hacen las personas mayores? ¿Acaso los pequeños están respaldando las pugnas de unos cuantos? Queda claro que no, y sin embargo mueren como culpables, como dañinos, como si estuvieran  haciéndole frente a sus enemigos; ya sea guerrilleros, ladrones, facinerosos, narcotraficantes, criminales; todos sin tantita conmiseración que los haga detener sus ataques libres y parejos. Pareciera que se la pasan entreteniéndose ante cada una de las defunciones  logradas, mientras tienen al pueblo temeroso, espantado; encerrado las horas ya conocidas del pase maleante y tenebroso,  a pocos pasos de  convertirse en moda.

*Escritora, poeta y promotora y difusora de la cultura. Soy tres estuches de monerías y casi un montón de cosas.

**Las opiniones plasmadas en las colaboraciones son responsabilidad de cada autor, así como su estilo de escritura. Ecodiario Zacatecas sólo es una plataforma digital para darlas a conocer