Los misterios de la existencia | La vida es una tragedia
“Un día más de vida”
Alejandro Bravo Pérez*
Cada mañana agradezco por contar con un día más de vida. Tengo un mantra que me repito cada amanecer. Antes de salir de casa, cierro los ojos, inhalo aire y entonces expreso; “Por favor, no quiero morir fuera de casa”.
El inicio de esta semana no fue como los demás lunes. Para mi sorpresa, el transporte en que me encontraba para ir rumbo a mi trabajo, se detuvo de forma inmediata. En el momento en que se paraliza, escucho una voz gritar; “esa chica tiene algo, ella se va caer, ayúdenla”. Volteo para mirar por la ventanilla, entonces noto como una joven extiende sus manos hacia el cielo, mientras su cuerpo se encorva y su cabeza hace movimientos circulares. Se abre la puerta del transporte, y mi primer instinto fue bajar lo más rápido para auxiliarla. Tengo la intención en querer evitar que su rostro chocara contra el concreto, pero fue en vano. No había bajado de la combi, cuando solo escuche como su cuerpo se desmorono en el sólido concreto. Yo me sentí un completo inútil.
No sé en qué momento, pero el chofer del coche que nos llevaba, se había bajado y estaba con ella. Parecía que él sabía lo que le pasaba, sostuvo su cabeza, la puso boca arriba y al mismo tiempo gritaba; “ayúdenla, denle primeros auxilios, hagan algo por favor”. Les juro que yo quería hacerlo, pero solo sentía impotencia de no poder concebir algo más. No tengo ni una vaga idea de lo que le pasaba. Lo único que se me ocurrió fue marcar al número de emergencias. Y creo, que las personas que compartieron el sentimiento, hicieron lo mismo, los que estábamos cerca, marcamos para pedir ayuda. Pero a todos nos respondieron lo mismo; “el reporte ya está hecho, esperen a la ambulancia”.
Actuamos como pudimos, los que bajamos de la combi, éramos cerca de siete personas y de pronto se fueron sumando más. Pero por un momento sentí que estorbamos, más que hacer algo, la multitud solo estaba rodeando a esa chica que no dejaba de convulsionarse. Yo exigía a la persona que estaba atendiendo mi llamada que se diera prisa, porque no podía dejar de observar como su mirada se blanqueaba, ver que no llegaba la ayuda profesional, me angustiaba, sentí en ese instante temor de que ella se muriera.
Al final el chofer se acercó, se limpió las lágrimas de sus ojos, y empezó a maldecir al sistema y a los operadores de las ambulancias que no pudieron estar lo más rápido posible para brindar ayuda. Yo no dije nada, solo lo acompañé en silencio. El continuó hablando, confesando que su hermana había muerto por un ataque similar y que tampoco las ambulancias llegaron a tiempo.
La experiencia que comparto y me toca ser testigo, me cuesta demasiado describirla. Preguntarme por la forma en que moriré, es una que me respondo en silencio. Aunque ahora entiendo, porque para los griegos, la vida es una tragedia.
Mi nombre es Alex Bravo y cuento con la formación como Terapeuta Existencial y solo quiero externarte, que si en un momento, sientes que algo no va bien y que frente a lo que sea que estés sintiendo, no estás sola, no estás solo. Ya sea a distancia o de manera presencial, estoy con la mejor disposición de escucharte.
Hasta la próxima.
Terapeuta Existencial
Correo: cypesc@gmail.com