La seguridad y la nación | El México sangriento
“El artículo 21 de nuestra Constitución señala que la seguridad pública es una función del Estado, a cargo de la Federación, las entidades federativas y los Municipios, sin embargo, lo único que hemos visto de la Federación es a un presidente repartir culpas de los problemas de inseguridad”.
Hugo Rafael Sánchez González*
Demasiadas muertes suceden hoy en día en México: los asesinatos de dos sacerdotes Jesuitas en Chihuahua, el asesinato del líder de comerciantes en Celaya, los enfrentamientos de grupos rivales en Zacatecas y un sin número de sucesos que ya no nos sorprenden, aunque deberían, y desde Palacio, día tras día, nuestro presidente dedica gran parte de su tiempo a repartir culpas de los hechos violentos; peor aún, repite incansablemente que se encuentra en el camino correcto y que la estrategia de seguridad no cambiará.
Asimismo, asegura que su estrategia gira en torno a dos variantes: la primera, atender las causas que originan la violencia y, aunque no tenemos claras esas causas, podríamos suponer que se trata del número de mexicanos que salen de la pobreza, o pobreza extrema. La segunda, es que no se combatirá la violencia con más violencia, pero haciendo un análisis a profundidad, encontramos que los números con los que, sí podemos contar, son los de homicidios dolosos, que suceden día con día.
Analicemos el primer punto de su estrategia. Según estudios del Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social), entre 2018 y 2020, el porcentaje de la población en situación de pobreza aumentó de 41.9 por ciento a 43.9 por ciento, mientras que, en número, las personas en esta situación pasaron de 51.9 a 55.7 millones.
El porcentaje de la población en situación de pobreza extrema presentó un incremento de 7.0 por ciento a 8.5 por ciento entre 2018 y 2020, y en número de personas en esta situación aumentó de 8.7 a 10.8 millones, por lo que, la variante de atender las causas, no está dando los resultados que dice el presidente.
El segundo supuesto es que la violencia genera violencia, y en honor a la verdad, esta máxima va muy bien con el ciudadano común, pero bajo ninguna circunstancia para quienes son garantes de la seguridad; a saber, los policías son los encargados de: mantener la ley y el orden, hacer frente a las situaciones de emergencia, velar por el desprotegido, dar soporte a las víctimas y, sobre todo, prevenir el delito.
Si esta última misión se estuviese cumpliendo, no estaríamos en los índices de violencia en los que estamos hoy, sin embargo, como lo mencioné al principio del escrito, la Federación también tiene la responsabilidad de la seguridad pública, y la Federación es al día de hoy, en temas de seguridad, las fuerzas armadas, a quienes el presidente jamás les exige resultados, a quienes siempre justifica de su inacción y, bajo ninguna circunstancia, señala como responsables de la seguridad a nivel federal.
Pues bien, así el México de hoy, con los índices de violencia como nunca antes, con niveles de impunidad en donde cualquiera puede asesinar a cualquiera persona sin que suceda algo, con unas fuerzas armadas encargadas de la seguridad, que lo último que realizan es garantizar esa seguridad de los mexicanos, impulsando reformas para engrandecer sus presupuestos a la postre.
Es tiempo para reflexionar y hacer un alto en el camino. ¿Qué es lo que verdaderamente le conviene a México? ¿Hasta cuándo vamos a tolerar que los gobiernos en turno llenen sus bolsillos y desaparezcan? ¿Cuándo pensaremos en realidad en un proyecto de nación? En algún momento, deberíamos comenzar a construir un verdadero futuro.
*Especialista en Seguridad Pública, instructor certificado en Derechos Humanos por el CICR, presidente de la Asociación Civil Deltas, Desarrollo de Liderazgo y Talento.
Maestro en Juicios Orales
Contacto: silverado_hr@hotmail.com
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