La Familia | Más silencio, más conciencia

La Familia | Más silencio, más conciencia

“El silencio es el sol que madura los frutos del alma, no podemos tener una idea exacta del que jamás se calla”

 

Susana Sánchez*

El acelerado ritmo que vivimos en nuestra sociedad nos arrastra a una ola de inmediatez, de prisas, de cosas incompletas, de sobresaturación y de ajetreo, lo cual nos puede ocasionar graves consecuencias.

Como siempre lo he dicho, los padres debemos aprender y después enseñar, en este caso a cultivar el silencio que fomente la conciencia de cada uno de los de la familia, lo cual tiene múltiples beneficios.

Y es que, para empezar, el silencio es ese momento mágico en el que nuestro cerebro se relaja y se resetea; nos hace más conscientes de quienes somos y que queremos; el silencio nos engrandece favorece la conciencia, la relajación y la comprensión de la mente, además que para obtenerlo no tenemos que gastar nada ni tampoco requerimos de técnicas complicadas ni mecanismos difíciles.

Cuando los pensamientos inundan nuestra mente y están en continuo movimiento podemos hacer cosas inconscientemente y perder el sentido de nuestras acciones y la misión de vida, es ahí cuando el silencio se hace indispensable para interiorizar, para priorizar y para organizar nuestro ser.

El silencio nos ofrece la oportunidad de observar desde otro punto de vista, sin emitir juicios, reconociendo nuestras fuerzas y debilidades para afrontar lo que nos mantiene inquietos y nos ofrece momentos de intuición y claridad para que todo lo que traemos cobre sentido y para que se abra un nuevo espacio que le dé amplitud a nuestro pensamiento.es armonía, tranquilidad y energía positiva.

Para cultivar el silencio, el primer paso es la voluntad de querer hacerlo, guardando todas nuestros sentidos y nuestras potencias y siendo amables con nosotros mismos,

Además, deberemos buscar apartarnos de los estímulos que nos puedan distraer, buscando un lugar de calma donde podamos estar solos e iniciar un dialogo con nosotros mismos.

Una vez ahí, hay que buscar respetar nuestros propios pensamientos y buscar mediante alguna técnica de respiración, de fijar la vista un punto concreto o alguna posición cómoda la calma interior para empezar a trasladar las situaciones estresantes que se nos presentan a ese momento.

Ya adquirido el estado de calma interior podemos hacernos más conscientes de nuestra vida, de nuestro presente y de las cosas por resolver, para poder tener más fuerza, determinación y serenidad ante la vida, para poder conectarnos con todo nuestro entorno, para conocernos y poder empatizar con los otros, para tener una escucha activa y para disfrutar con serenidad de todo lo que nos rodea.

A los hijos debemos enseñarles la enorme valía que tiene el silencio, los beneficios que resultan de practicarlo y la disposición humana que nos da ante la vida que se presenta, siempre con muchísimo amor, respeto, libertad y conciencia.


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