La familia | La primera periferia es la familia
"El amor en la familia es la fuerza que transforma el mundo y la historia"
Susana Sánchez*
Estos días en los que hemos estado pendientes de la salud del Papa Francisco, considero oportuno recordar algunas de sus ideas respecto a la caridad en las periferias y como insiste en que salgamos a las mismas a conocer y ayudar a quienes están cerca de nosotros para construir una sociedad más justa y solidaria.
Las periferias hacia las que se refiere no son solamente lugares físicos de pobreza y exclusión, sino también realidades humanas que afectan a todas las personas en su vida diaria. En este contexto, el Papa señala que la primera periferia en la que estamos llamados a trabajar y a sanar es a la propia familia.
Desde el inicio de su pontificado, el Papa Francisco ha llamado a la Iglesia a prestar especial atención a los más vulnerables, a quienes sufren soledad, marginación o injusticia. Este compromiso con las periferias no se limita a una visión geográfica de los barrios pobres o zonas alejadas del desarrollo, sino que abarca también las periferias humanas, como la enfermedad, la falta de amor, la violencia o la indiferencia. La familia, en este sentido, puede ser el primer lugar donde estas situaciones de periferia se experimentan.
El Papa insiste en que la familia es la célula fundamental de la sociedad y, a la vez, un espacio donde muchas personas enfrentan dificultades profundas. En muchas ocasiones, las heridas más dolorosas surgen dentro del núcleo familiar: el abandono, la falta de comunicación, la violencia intrafamiliar, la crisis de valores y el desinterés mutuo son algunos de los problemas que hacen que muchas familias sean verdaderas periferias existenciales. Cuando se ignoran estos conflictos, se contribuye a la fragmentación del tejido social y se aleja a las personas de la posibilidad de encontrar amor y apoyo genuino en su propio hogar.
Francisco ha invitado a los cristianos y a toda la sociedad a no ser indiferentes ante estas periferias familiares. Para él, el trabajo en la familia no solo consiste en atender a los problemas internos, sino en convertir a cada hogar en un lugar de acogida, comprensión y amor. La misericordia y el diálogo son herramientas esenciales para reconstruir lazos rotos y evitar que la familia se convierta en un espacio de dolor y lejanía en lugar de un refugio de amor y esperanza.
En este sentido, el Papa subraya la importancia de valores como la paciencia, el perdón y la escucha dentro del hogar. Las palabras y actitudes de los padres, hijos y hermanos tienen un impacto profundo en la vida de cada persona, y es fundamental que estas sean guiadas por el amor y el respeto mutuo. Además, invita a las comunidades cristianas a apoyar a las familias en crisis y a fortalecer su papel en la formación de individuos comprometidos con el bien común.
Trabajar en las periferias implica, en primer lugar, reconocerlas. Si bien es esencial atender las necesidades de los pobres y excluidos en el mundo exterior, también lo es mirar hacia el interior y sanar las fracturas que existen en el seno familiar. La familia, como primera periferia, requiere compromiso, amor y una renovación constante de la fe en la posibilidad de construir relaciones más justas y humanas. Siguiendo el llamado del Papa Francisco, cada persona puede ser agente de cambio en su propio hogar, convirtiéndolo en un reflejo del amor y la misericordia de Dios.