La familia | Halloween, ¿sí o no?
“Celebrar una fiesta con disfraces no es intrínsecamente malo, siempre y cuando se cuide que el disfraz no vaya contra el pudor, el respeto por lo sagrado y la moral en general”
P. Jordi Rivero
Susan Sánchez*
Muchas personas me han preguntado sobre la costumbre de celebrar o no el Halloween con sus familias.
Pongámonos en contexto; la celebración de Halloween es una fiesta irlandesa que, por primera vez, se celebra en 1832, que tiene su origen en una festividad céltica conocida como Samhain, que deriva del irlandés antiguo y cuyo significado es el fin del verano.
Ahora bien, esta fiesta pagana, en principio solo celebrada por los países anglosajones el 31 de octubre, se ha ido modificando conforme se ha adaptado por otros países y costumbres. En el cristianismo, por ejemplo, se ha unido este día a “Hollow Eve”, o víspera del día de todos los santos, que se conmemora el día 1 de noviembre. En otros países se le ha dado un contexto más de terror, de fantasmas, de rituales y de prácticas oscuras que no abonan en nada a la integralidad de la persona.
Si bien, no estamos hablando de la misma celebración y en la actualidad significan cosas totalmente opuestas, es importante saber qué es lo que estamos metiendo en casa y cómo nos podemos dejar influenciar por cosas que para nosotros pueden significar poca cosa, o que va en contra de nuestras tradiciones, costumbres o incluso nuestra religión, sea la que sea.
El hecho de que esta fiesta haya llegado hasta nuestros días es, en cierta medida, gracias al enorme despliegue comercial y la publicidad engendrada en el cine estadounidense. La imagen de niños norteamericanos correteando por las oscuras calles disfrazados de duendes, fantasmas y demonios, pidiendo dulces y golosinas a los habitantes de un oscuro y tranquilo barrio, ha quedado grabada en muchas familias.
En esa noche se cree que los espíritus visitaban las casas de sus familiares y, para que los espíritus no los perturbaran, los aldeanos debían poner una vela en la ventana de su casa por cada difunto que hubiese en la familia. Si había una vela en recuerdo de cada difunto, los espíritus no molestaban a sus familiares; si no era así, los espíritus les perturbaban por la noche y les hacían caer en terribles pesadillas.
Y nosotros, como familias mexicanas, ¿debemos o no celebrar el Halloween?, bueno, yo aquí nunca he dudado en defender la libertad de cada uno de los individuos y, como tal, no me animaría a hacerlo en esta ocasión, solo pongo en contexto los hechos y ya cada quien decide.
Es obvio que la mercadotecnia nos jala y que esta fecha ilusiona a los niños por el atractivo que tiene que les den dulces y que vivan la emoción de disfrazarse de algún personaje que les guste; incluso, ahora se acostumbra ir a pedir juntos dulces y después tener un festejo en alguna casa.
Pero entonces, ¿qué actitud tomar ante Halloween? Como en todo, es esencial ver el contexto. Como personas preocupadas por la formación de nuestros hijos, no debiéramos adoptar costumbres contrarias a lo que queremos formar, pero también los papás debemos discernir y tomar decisiones acordes a la realidad del tiempo en que vivimos. Cada papá es un maestro en analizar, observar, escuchar y convertir el corazón, para dar una respuesta al mundo, inspirada por Dios.
Hoy ya no se puede evangelizar gritando desde la otra vereda denunciando lo que está mal. Hoy se forma desde adentro, siendo parte. La levadura se mezcla con la masa y la eleva.
No se trata de perder nuestra identidad, al contrario, se trata de caminar con el pueblo, para aprender de él y ayudar a elevarlo, siendo desde cada hogar los que influenciamos a los demás, en lugar de ser los influenciados.
Y al respecto de Halloween, debemos decir que lo que importa es con qué corazón se celebra, más allá de que otras familias lo celebren o no.
Según el P. Jordi Rivero, gran apologeta, “celebrar una fiesta con disfraces no es intrínsecamente malo, siempre y cuando se cuide que el disfraz no vaya contra el pudor, el respeto por lo sagrado y la moral en general”.
No obstante, debemos estar conscientes de que muchas celebraciones en estas fechas han tomado un rumbo oscuro e incluso satánico, mezclado con prácticas de adivinación e insultos a Dios, de sacrilegios y profanaciones. Hay que tener mucho cuidado con esto y no dar pasos de más adornando con mal gusto o atrayendo cosas feas a nuestras casas, ni permitiendo rituales raros o prácticas que van en contra de la verdad, la bondad y la belleza.
Considero que lo ideal es no prohibir, sino adaptar, sugerir y consolidar nuestras tradiciones familiares con las del país donde vivimos, siendo muy creativos para poder sugerir a los niños disfraces que no evoquen personajes malvados o que provoquen el consumo del terror.
Al final, podremos celebrar estas fechas con santa paz, integrando más que separando y disfrutando lo sano de estas festividades.
*Maestra en Educación Familiar
**Las opiniones plasmadas en las colaboraciones son responsabilidad de cada autor, así como su estilo de escritura. Ecodiario Zacatecas sólo es una plataforma digital para darlas a conocer a sus lectores.