La familia | Cada quien en su lugar

La familia | Cada quien en su lugar

“En todas las maneras concebibles, la familia es un vínculo con nuestro pasado y nuestro puente hacia el futuro”. 


Susana Sánchez*

Los roles que tenemos cada uno en el núcleo familiar nos son dados por el lugar que ocupamos en la familia, y lo normal es que cada uno de nosotros desarrolle ese rol conforme le corresponde.

Una familia no es una democracia, cada una tiene el poder de decidir quién tiene autoridad en ciertos temas, que derechos, obligaciones, privilegios y roles se le asignan a cada quien y cuál es la mejor manera de vivirlos.

En una familia sana, se espera que los padres sean los líderes y que los hijos sigan ese liderazgo. Somos los padres quienes marcamos la pauta inicial de las actitudes, comportamientos y reglas que se deben seguir, y los hijos, seguirán esas pautas para después, a medida que van creciendo vivan con más autonomía cada una de ellas. 

Lo ideal es que, a pesar de que surjan desacuerdos generacionales respecto a las reglas de cada familia, cada miembro tenga la capacidad de tomar decisiones en conjunto respecto a esa regla siendo lo más justo y empático posible, tomando en cuenta cada caso particular, aunque los padres sigan siendo la autoridad final.

Aunque la jerarquía generacional es la más evidente dentro de las familias, existen otras que dependen del lugar que ocupa cada hijo, del género, de la cultura, de las circunstancias particulares que vivan y de factores de crianza.

En todas ellas es importante considerar qué roles toma cada integrante de la familia dentro de la misma y si todos están satisfechos con ese lugar que tienen, pensando en las responsabilidades de todos y si está funcionando.

Cada rol es diferente, aunque existen características que se repiten, por ejemplo: mamá y papá son los líderes, los hermanos todos son hijos, aunque cada hermano ocupe un lugar diferente. Todos tienen un papel preponderante y es vital que cada uno sepa cuál es el lugar que le corresponde para evitar que asuma otro que no es el suyo y que le represente en el futuro problemas de sociabilidad o genere heridas familiares.

Entonces, el reconocimiento del lugar que cada uno tiene en la familia es de suma importancia para respetar ese lugar, no usurpando el de otro; los hijos son hijos, pero también son hermanos, los papas son papás, pero también son pareja y así hay un orden establecido que genera reglas amorosas que se cumplen más por amor que por un dictado.

Y cada uno tiene que asumir su papel viviéndolo con entero reconocimiento y responsabilidad, comportándose como lo que le toca ser para no atentar primero, contra su propia identidad y después sin afectar la dinámica familiar, sabiendo que lo que le toca al otro no me tocaba a mí, que un papá no puede portarse como un hijo, o al revés, y que un hermano mayor no puede comportarse como el menor y respetando ese orden que da como consecuencia una familia sana y estable.

Cuidar que los roles filiales, fraternales y de pareja estén donde deben estar y se desempeñen de manera correcta e integrada dará como resultado una estabilidad familiar y una sana evolución, generando un ambiente de amor, felicidad, responsabilidad y respeto que beneficiará a la familia y formará personas emocionalmente sanas y felices.


*Maestra en Educación Familiar


**Las opiniones plasmadas en las colaboraciones son responsabilidad de cada autor, así como su estilo de escritura. Ecodiario Zacatecas sólo es una plataforma digital para darlas a conocer a sus lectores.


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