La familia | Amar también es aceptar

La familia | Amar también es aceptar

 

“Hay un solo niño bello en el mundo y cada madre lo tiene”

 

Susana Sánchez*

En el proceso de formación de una familia sana, existen muchas actitudes que como padres coadyuvan a este propósito de hacer hijos buenos, felices y plenos; formar en valores, quererlos mucho, darles todo lo que necesitan y estar al pendiente de sus vidas no es suficiente, se necesita además una aceptación incondicional de todos los miembros del núcleo familiar, reconociendo su individualidad, su esencia y su manera de hacer las cosas, honrando y apreciando a cada uno por lo que es-

Cuando aceptamos, no damos cabida al rechazo, a las luchas de poder, al intento de controlar todo o de exigir que las cosas sean a nuestro modo. Debemos todos, ser capaces de aceptar a los nuestros como son y ayudarlos a avanzar con sus particularidades, con su personalidad y sus propios gustos, ideas, emociones e incluso ilusiones.

Es muy común que los padres fabriquemos una imagen de nuestros hijos, una deseada, ficticia o irreal imagen de lo que queremos que sean conforme van creciendo. Imaginamos su futuro e involuntariamente podemos llegar a proyectar en ellos todas nuestras frustraciones y deseos.

Los padres podemos caer en el error de querer que sean una persona que no son, olvidando que ellos tienen su propio temperamento y su manera de hacer las cosas, quizá muy distinta de como las hacemos nosotros y no necesariamente mal.

Las consecuencias de no aceptar a los demás, y especialmente a los hijos como son, es que podemos estar trabajando por objetivos que no se van a cumplir, trabajamos sin resultados para volverlo tal y como nosotros queremos, nuestras expectativas no se cumplen y entra a la casa la frustración, la decepción o incluso el rechazo y el desprecio.

Esto afecta claro, en primer lugar, a nuestros hijos, que pueden crecer con un desanimo permanente por no ser lo que sus padres soñaron, por nunca dar el ancho por más esfuerzos que hagan, por renunciar a sus propios sueños con tal de obtener el reconocimiento de los padres sin lograrlo y afectando la autoestima de ellos de manera importante.

Para los padres, la falta de aceptación resulta en un constante estado de decepción porque los hijos no cumplen con nuestras expectativas, además de afectar el núcleo familiar y generar espacios físicos y afectivos.

Descubrir que talentos tienen nuestros hijos, que les motiva, que les disgusta y que podemos hacer para comprenderlos y amarlos, coadyuvará en un mejor entendimiento para poder guiarles adecuadamente, ganándonos su confianza, respetando su individualidad y su libertad, poniendo toda nuestra energía en dar gracias porque los tenemos, por su mera existencia y por su felicidad, haciéndoles saber que su mera existencia nos llena de alegría y de amor por ellos.


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