El caminante errante | Tomás

El caminante errante | Tomás

“…Todo empezó por unos calzones de bolitas, eh. Dice el Chepo que Enrique, le gritaba a la Licha que por qué y que de dónde salieron unos calzones de bolitas que estaban en una ventana que da pal patio…”

 

Sergio Ríos Sandoval

 

-Fede, ya deja de hacer corajes.

-N'ombre, Tomás, cuáles corajes, pos estas mujeres que a veces no se quieren ni ellas mismas.

-Así pasa, eh. Dame miel, tengo una tos de perro que nomás no me deja hace nada, eh.

-La miel es buena con un tecito de eucalipto.

-En las noches la mujer me dice que parezco el perro de los ahorcados, por tanto alboroto que traigo.

-¿Oye, y qué pasaría con aquel perro?

-Dicen que los Rivera mataron al desgraciado perro, eh. Ese perro tuvo toda la culpa de aquella masacre ¿te acuerdas?, eh.

-¿Cómo no me voy a acordar? Hasta aquí merito estuvo la Carmela, la última hija de los Revilla, la que se fue con los ferrocarrileros. Ella me contó todito el chisme.

-¿Adio? No le creas mucho a la Carmela, eh, esa mujer no era de fiar, ya ves lo que le inventó a Guadalupe, eh.

-Esto que me platicó la Carmela ni cómo no creerle: llegó hasta amarilla la pobre.

-Te voy a platicar la mera verdad de lo que pasó, a mí me lo platicó el Chepo, él estuvo presente, estaba poniendo tablas en las ventanas, por la llegada de las brujas, ya ves que ya mero llegaba octubre, eh, y en ese momento sucedió.

Todo empezó por unos calzones de bolitas, eh, dice el Chepo que Enrique, le gritaba a la Licha que por qué y que de dónde salieron unos calzones de bolitas que estaban en una ventana que da pal patio.

La tenia bien pepenada del chongo y la Licha pegaba chicos gritotes, eh,  salieron de todas partes gentes que no tenían vela en el entierro. Aquí va lo mero bueno, porque el Rodolfo Revilla iba pasando por allí en su caballo tinto, y vio clarito que Enrique Rivera traía en su mano unos calzones de bolitas. Eran inconfundibles esos calzones, eh. Esos calzones se los había traído su hermana del Rodolfo, que dizque era la moda en el otro lado. Se bajó de golpe de su caballo y le arrebató los calzones. Le exigía que le digiera, porqué  traía sus calzones. ¡Nombre!, Dicen que el Enrique le dijo "¿entonces eres tú con el que mi mujer me anda haciendo guaje, eh?". Discutieron buen rato, como no llegaron a ningún acuerdo se batieron a balazos, el que cayó mirando pal cielo fue el Rodolfo. Una niña corrió a hablarle a los dos hermanos de Rodolfo y, pa su mala suerte, Enrique Rivera también los mató, eh. La Licha estaba chille y chille que no era lo que él creía. El Enrique sacó su pistola y le dejó caer también un par de tiros a su mujer.

Enrique Rivera se iba a dar a la fuga y amarró su caballo, todas las gentes estaban temerosas de que se le soltara otro tiro. Enrique se metió a su casa como pa sacar o llevarse algo de valor. Entonces, cuando iba saliendo, se encontró con el perro canelo, al que lo mentaban "El Colorado". No la vas a creer Fede, eh: en el hocico el perro traía otros calzones. Enrique lo hispió por un rato más, el perro se brincó por la ventana, dejó los calzones y después de ahí salió por ahí mismo, por la ventana. Enrique lo siguió por la calle: no le importaba la habladuría ni los murmullos de las gentes. No creyó lo que estaba viendo, el mendigo perro gacho se metió a la casa de Ramón El Loco, eh, salió por el corral con un chichero en el hocico, después el animal se fue al patio de los Jaramillo y dejó el chichero, eh.

Fede, ese mendigo perro tenía esa maña de robarse ropa de algunas casas y dejarlas en otras. Enrique se enfureció como un mismísimo demonio, eh. Mató al pobrecito perro y después lo aventó en el árbol donde años antes colgaron a sus amos. Por culpa de esos calzones que dejó el méndigo perro y por los celos de Enrique murieron sin razón cuatro personas. Poquito antes de que llegara gente del Gobierno, Enrique se peló pal monte y ya nadie lo ha visto. Bueno, dicen que murió de arrepentimiento y que  a veces su alma anda penando llevando y cambiando ropa como el perro canelo, eh.

 -Esto que platicas es lo mesmo que me platicó la Carmela. Tú me diste más detalles. Que tristeza tan grande, pobres familias y todo por un mal entendido.

-Han pasado muchísimas desgracias por culpa de malentendidos. Ya me voy Fede, que ya se me puso la piel de chinita. Aquí está la paga de la miel.

-Ándale pues, que Dios te ayude.

Reflexionando el Evangelio | Vida y misión

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El espectador | “Etnoporno” 

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