Reflexionando el Evangelio | Vida y misión
V Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C
“Dejándolo todo, lo siguieron”
Lucas 5, 1-11
Las realidades más importantes de la vida tienden a decolorarse con el tiempo. En una cultura tan competida -más por intereses que por principios y valores- con frecuencia pasa desapercibido lo más importante: vivir con sentido aceptando una misión en la vida. En una sociedad plural hay visiones diferentes detrás de campañas, defensas, promociones, ofertas, legislaciones. Para el cristiano auténtico es fundamental favorecer la vida toda y de todos, desde su inicio hasta su término natural, incluyendo el cómo crece y madura para la misión. El respeto a la dignidad de cada ser humano no es negociable.
El Evangelio de este día habla del llamado a la misión y de la respuesta esperada. “Aquí estoy, Señor, envíame”, dice Isaías. “Dejándolo todo, lo siguieron”, responden aquellos pescadores de la primera hora. Es el mismo llamado que no han dejado de escuchar, expectantes y comprometidas, las generaciones que nos han precedido. Este domingo somos nosotros quienes escuchamos el llamado y recibimos la invitación a ‘entrarle’ a la misión.
El episodio que relata el evangelista es curioso. Jesús pide que le permitan subir a la barca para predicar. Después los invita a remar mar adentro y a echar las redes. Todo parece normal, pero… no era hora de pescar. Pedro le apuesta a la confianza: confiando en tu palabra, echaré las redes. Es la misma razón que Jesús pedirá a quienes quieran ser sus discípulos: la fe-confianza en Él; toda vocación se ubica en este terreno. La vida es un don tan grande que se transforma en vocación-misión al servicio de la misma vida, no de la muerte, como hacen algunas ideologías.
En el texto que escuchamos, Jesús entra en el ordinario vivir de Pedro y sus compañeros. Es el misterio y la historia de toda vocación. Acontece ahí; hay que abrir los ojos, escuchar el llamado, atender, obedecer. Todo empieza con una inquietud, se va anidando en la conciencia, se teje de manera sencilla y va cambiando el sentido y horizonte de la vida.
Vivir y dar vida es la gran vocación a la que es llamada toda persona. Aquellos que la cumplen son verdaderos apóstoles. Todos estamos llamados a ser fecundos, a dar vida. Cuando Jesús llama a ser pescadores de hombres envía a ‘rescatar con vida’ a quien anda amenazado por la muerte. Dar vida es curar, posibilitar, abrir cauces, tender puentes, anunciar un nuevo amanecer. La condición es amar la vida, ir donde el pecado y la muerte amenazan la vida y ‘echar las redes’, sabedores de que Jesús es el mejor aliado de la vida.
Confiemos en la potencialidad de nuestra fe en Cristo y en su llamado. Jesús se sigue subiendo a/en la barca de Pedro para predicar el Evangelio, dos mil años después. No todo está contagiado en nuestro mundo. Todavía bullen latidos de vida allí donde parece que todo está perdido. Es cuestión de aguzar los oídos del corazón, escuchar y responder con generosa alegría. Siempre hay/habrá vocaciones. Dios sigue llamando a pescar, la respuesta depende de nuestra generosidad.
Oremos mutuamente.
+ Sigifredo
Obispo de/en Zacatecas