Dialéctica moral | Integración, la cuarta visita a los EEUU
“…y decían que, si a Estados Unidos le caía una llovizna, a México le llegaba una gran tormenta. Hoy es diferente, hoy la mayoría se siente representada, por la forma de conducta más bella de la sociedad: la dignidad. La posición digna y soberana de AMLO para México, y dijo: Integración no significa hegemonía, ni sometimiento”.
Pedro Esparza Castro*
Después de las opiniones en las redes sociales de la gente interesada en el tema, y el análisis que ya leímos y escuchamos de la comentocracia sobre la más reciente visita de AMLO a territorio estadounidense, y que, como ya es costumbre, versó en el elitismo, en criticar la ropa, la forma de sentarse, el no hablar inglés, y en cosas banales de protocolos de etiqueta. Pero poco se ha hablado del fondo de la reunión, de lo que sí es importante.
Ya en la Oficina Oval de la Casa Blanca, en su faceta de historiador, el presidente de México rescató a los mandatarios Franklin D. Roosevelt y Lázaro Cárdenas, y su gran relación de trabajo conjunto, para hacer similitud a una situación actual de crisis y resolver problemas de ambas naciones. Presentó enseguida, un plan con la propuesta de cinco puntos de cooperación, que pueden ser resumidos en tres: las crisis inflacionaria, energética y migratoria.
Exponiendo su plan, ahora en la versión de buen negociador, López Obrador propuso por el tema de la inflación, suspender de inmediato aranceles de comercio, que pueden ayudar para aminorar los precios de los consumidores en los dos países, cuidando la salud y el medio ambiente.
En la problemática de los energéticos, enfatizó en dotar con el doble de abastecimiento de gasolina en las ciudades fronterizas de México, para que los ciudadanos de allá puedan seguir cargando con un costo menor en territorio mexicano.
No solo presumió, el presidente Andrés Manuel, que, gracias a la política nacionalista de hoy en México, las gasolinas en nuestro país son más baratas; concluyó el punto, con el ofrecimiento de mil kilómetros de gasoductos para transportar gas en cuidades fronterizas de Estados Unidos y garantizar de energía eléctrica a tres millones de personas.
El punto que me pareció más relevante, el que los antecesores de AMLO olvidaron, fue el del ordenamiento del flujo migratorio, propuso un parecido al programa “Bracero” que en su momento abrió las puertas a unos 130 mil mexicanos. Emular ese programa, con un contexto que se ajuste a las necesidades actuales de mano de obra en Estados Unidos, y que han provocado una crisis en su economía. A falta de la fuerza de trabajo, permitir la llegada con visas de trabajo temporales de obreros, técnicos, de trabajadoras y trabajadores valiosos. Aparte de solicitar regularización legal de migrantes que tienen años en ese país. La visión del presidente, en este punto, de no solo buscar el beneficio de la gente de México, sino también de los migrantes de Centroamérica y Latinoamérica, es una postura de respeto y solidaridad diplomática.
Para concluir la reunión, comentó López Obrador a su homólogo Biden, que es necesario, para resolver problemas, un plan y una política atrevida. Externó “frente a la crisis, la salida no está en el conservadurismo, sino en la transformación”.
Los presidentes anteriores, gobernaban con un cuidado “bonito”, “estético” en las formas, pero, siempre en subordinación. Todavía hay quienes quisieran sentirse representados por un actuar así, “bonito” pero sometidos, como el patio trasero, decían que, si a Estados Unidos le caía una llovizna, a México le llegaba una gran tormenta. Hoy es diferente, hoy la mayoría se siente representada por la forma de conducta más bella de la sociedad: la dignidad. La posición digna y soberana de AMLO para México, y dijo: “Integración no significa hegemonía, ni sometimiento”.
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