Andar las vías | Una comunicación revolucionaria que nos tiene menos comunicados
“Seamos prudentes cuando sea necesario usarlo”
Luna Morena*
La llegada de los teléfonos celulares al planeta tierra marcó el principio de una comunicación con alcances nunca imaginados. Su existencia ha sido y seguirá siendo de importante ayuda para quienes son propietarios de industrias importantes, de negocios pequeños y de emprendimientos personales; debido a que con este invento las distancias empezaron a achicarse, los trámites importantes se realizan en menos tiempo, los avisos ocurren al momento; igual que las compras, las invitaciones, los envíos y las…conquistas.
Quienes empezaron a comprar estos aparatos, pudieron comprobar toda esa utilidad que estaba siendo informada, por lo que fue bien visto como una principal necesidad y una principal adquisición en aquéllos negocios locales en los grandes supermercados y tiendas de autoservicio.
No pasó mucho tiempo, cuando de pronto todos teníamos un celular en nuestras manos; bien propietarios y bien comunicados. Lo de comunicados como que no me queda nada claro, porque cada día tal aparato nos convierte en sus esclavos, en sus cautivos; situación que nos encanta, porque no hacemos nada por evitarla, al contrario; le damos la libertad de acapararnos hora, tras hora sin parpadear, sin permitir ni el más mínimo descuido, cuando estamos en los momentos de mayor concentración; en el punto donde nos reimos solos, hablamos solos, gritamos solos y a veces hasta lloramos solos; porque los móviles no nos pueden ver, no nos pueden escuchar, no nos pueden hablar.
Claro que es importante este medio de comunicación tan revolucionario, pero lo cierto es que cada día estamos más incomunicados con la familia, con los vecinos, los conocidos y con la sociedad que conserva el fino gusto de dialogar.
Estar ya enviciados a este aparato, nos hace abandonar las convivencias familiares y vecinales. Ya cuando acordamos nadie nos invita a compartir, a organizar campamentos, a las charlas divertidas y amistosas, ni siquiera a las bohemias nocturnas con café de olla.
Es aquí donde culpamos a quienes viven con nosotros de que no nos procuren, de tenernos abandonados, de evitar nuestras conversaciones y de pasar sin vernos. Para consolar (según nosotros) esta falta de amor, de atención, de compañía; empezamos a subir infinidad de estados personales y lo hacemos todos los días.
Cada paso que damos lo mostramos en las redes sociales, como: no traigo calcetines; tomé café amargo, comí gelatinas; mi perro se quedó dormido; preparé tacos, pastel y atole con exceso de flojera y para colmo me cansé mucho.
Como cada tercer día me toca cambiar mi cepillo de dientes, porque si al cuarto día uso el mismo cepillo algo me pasa. Hoy tengo tacos de tripas y atole de guayaba. Había olvidado compartirles el reconocimiento que le dieron a mi sobrino en la escuela y mi sobrina, no me ha dicho si su invento ganó o no.
Compartir tantas fotografías, tantos videos todos los días y a veces diciendo lo mismo de ayer; de acuerdo a la psicología nos habla de que soy una persona que tiene una baja autoestima pero al derecho y al revés.
Tomarme fotos personales y de todo lo que hago para después subirlo a las redes sociales es porque necesito la atención de los demás, la aprobación y el visto bueno. No me doy cuenta de lo repetitiva que me estoy volviendo cuando creo que subí algo novedoso para asombrar a los seguidores.
Pero lo que les causa asombro, no es mi retahíla de información, ni las muestras de lo que hago y lo que no; tampoco el que esté todos los días al pendiente de compartir cualquier cosa; sino la baja autoestima que tengo, esa baja autoestima que no me deja ver mis errores, el perjuicio que hago al distribuir entre el mundo de gente desconocida todas mis actividades y las de mi familia; lo que cada uno hace diariamente, desde su manera de dormir y de comer. Que se van de viaje, a donde van y con quien. Muy importante es este medio de comunicación, seamos prudentes cuando sea necesario usarlo.
*Escritora, poeta y promotora y difusora de la cultura. Soy tres estuches de monerías y casi un montón de cosas.
*Las opiniones plasmadas en las colaboraciones son responsabilidad de cada autor, así como su estilo de escritura. Ecodiario Zacatecas sólo es una plataforma digital para darlas a conocer a sus lectores.