Andar las vías | La riqueza de nuestros campesinos es nuestra riqueza
“No importa el frío, el inmenso calor, algo de lluvia, y más de nieve, llegó el tiempo de cosechar, y esto no se puede dejar para después…”
Luna Morena
Para hablar del difícil quehacer campesino es necesario ponernos de pie, porque gracias a su trabajo tan demandante y pesado, los víveres que cada persona, o familia prefiera disfrutar, los puede encontrar entre los lugares destinados para su venta. Poderlos disfrutar así de frescos, así de fácil, es bastante cómodo, pero ni siquiera no es tan sencillo como se ve; ni tan fácil como se pudiera leer sobre su presentación. Esto lleva un montón de horas de gallo a grillo, de lunes a domingo, desde el lucero hasta la luna.
No importa el frío, el inmenso calor, algo de lluvia, y más de nieve, llegó el tiempo de cosechar, y esto no se puede dejar para después, a menos que se quieran quedar sin nada. Por eso los vemos sobre esas manos de obras llamadas cosechas, cada cual en la que decidió sembrar, por conocer bien su procedimiento desde principio a fin.
Podríamos decirles que las dejen de hacer, por la fatiga y el excesivo gasto que esto conlleva, pero los campesinos aman las tierras de su querido campo. Claro que también hay quejas, ¿Pero quién en su actividad que esté desempeñando no las tiene? Y no importa que sus manos estén cargadas de tierra, de esfuerzos, de batallas; para ellos están saturadas del amor más puro, del amor más sincero, del amor ágape.
Sabemos que sus frutos pertenecen a la canasta básica, por cierto bastante caros. Como los empresarios saben que los tenemos que comprar para consumirlos, no les restan ni un pesito. Pero de tan recargada carestía en los artículos se servicio común, el campesino no recibe nada, siendo el principal productor de los víveres, no recibe nada de estas ventas, porque ya se le pagó el precio de su siembra. Total que también termina comprando los carísimos frutos de su cosecha, más costosos de como a él se los pagaron.
¿Cómo se llama negociar de esta manera? Pudiera llamársele: abuso, soborno, corrupción, coima, desvergüenza. Este estilo de negociar ya se volvió regular, y aceptado por las autoridades correspondientes, y seguirán pasando toda esa problemática sin tantita consideración. Eso de “hacerle campo al campo” únicamente se dijo bonito, como la de “proteger al campesino”, porque nunca se le ha hecho justicia con el precio de sus cosechas.
Precisamente esa situación está sucediendo con nuestros campesinos del norte, quienes cosechan un gran frijol, maíz y semillas de calabaza; esperanzados en recibir el precio justo por tan bellas y necesarias gramíneas. Cuya existencia es de vital importancia por lo eficaz de su nutrición de cada una.
Si por casualidad nos encontramos a un campesino vendiendo sus cosechas, no regateemos, el trabajo es pesado, difícil cosechar, más cuando los fritos son de temporada temporal.