Andar las vías | Flores de cempasúchil con su color y aroma a fuego del sol

Andar las vías | Flores de cempasúchil con su color y aroma a fuego del sol

“Pudimos ver panteones llenos de flores amarillas, como si fueran jardines; también con detalles de globos, papel picado y los antojos favoritos del finado”


Luna Morena*

El año se va con sus fechas para celebrar, lo cual no importa, siempre vendrán esos momentos de fiesta con el año siguiente, esos momentos de preparar o prepararse para el fandango, con los accesorios adecuados y el gusto necesario para la diversión, cualquiera que esta fuere. Es preciso darle al cuerpo la alegría que le corresponde, más después de haber estado presos por una cuarentena de muchos meses. Supongo que, por eso, los festejos del día de los difuntos, estuvieron más concurridos de gentes que llegaban cargadas de detalles para embellecer el lugar donde su familiar estuviera descansando.

Pudimos ver panteones llenos de flores amarillas, como si fueran jardines; también con detalles de globos, papel picado y los antojos favoritos del finado.

Grupos de música amenizando la fiesta, con las canciones preferidas del familiar y, para que la música no se desperdiciara, se organizó el bailongo, y como por  tanto ajetreo les daba sed, terminaron disfrutando las frescas bebidas que habían llevado como la ofrenda favorita de su fallecido.

No solo entre esos lugares pudimos ver la numerosa algarabía, también sobre las calles de las ciudades, donde les habían permitido el gran desfile de disfraces, referente a lo que se estaba festejando, haciendo con esto la continuidad de nuestras costumbres y tradiciones. Aunque no todos estaban en el mismo gusto, porque los tóxicos eternos usaron estos festejos para portar una máscara en bien de su bandolerismo, afectando a aquellos que, con alegría, disfrutaban ser vistos con el traje confeccionado con sus manos, e informando orgullosos, el tiempo que les había llevado hacerlo. 

Es bien notorio que la ponzoña eternamente procura echar a perder cada festejo que organiza la sociedad servicial; la sociedad de las buenas costumbres, la sociedad de la saludable concordia; mismos que buscan de todas las formas posibles, socializar y convivir sin afectar a nadie, solo hacer una atracción animada, singular, llamativa; para que la comunidad venga a deleitarse con el sosiego que merece.

El cual no es nada sencillo ni en pervivencia, ni en planificación. No estoy asegurando que en todos los desfiles de las calaveras hayan sucedido incidentes, pero por mínimos que estos fueran se saben tan lejos, como si en todas partes hubieran ocurrido con todo y su gravedad.

Entre la variedad de antojitos, parte de la sociedad iba encontrando su por qué estaban ahí; otros en los cacahuates, el pan y las calaveras de dulce. Algo tan sencillo y de su puro gusto. Porque no se trata de gastar un dineral que nadie tiene, únicamente pasar un rato de solaz y de esparcimiento bueno. 

Cualquiera que sea nuestra celebración, celebremos bien; condecorando con la necesaria respetabilidad el motivo del regocijo. Tengamos en cuenta que cuando suceden las grandes festividades, no falta quienes nos procuren por cualquier medio de comunicación. Así que a darles bullicio bonachón.

Los festejos de los días de las calaveras, día de los muertos, o día de los fieles difuntos, definen la postura que mantienen los mexicanos ante la muerte; tanto que cada año con mucho orgullo, lo presumen con un arcoíris de bullicio colorido, el cual empieza desde el interior de sus hogares, por quienes ponen su altar de muertos adornado con papel picado de china o papel crepé. No deben faltar los antojos del difunto y lo que por costumbre se le debe agregar por ser parte importante de esta conmemoración. Los cacahuates, cañas, tequila, mandarinas, tejocotes; dulces de calabaza, pan de muerto, calaveritas de dulce; la fotografía de quien va dedicado el altar. Las necesarias flores amarillas, las velas en números pares; agua, sal, una pequeña cruz de flores amarillas. Que no falten los tamales, el atole, dulce de alfeñique, café de olla.

Hacer este protocolo es como un procedimiento que nos va acercando al destino final con día desconocido. No sabemos el momento, por eso la respetamos, no sabemos la fecha, pero nos reímos y festejamos para distraer el susto.


*Escritora, poeta y promotora y difusora de la cultura. Soy tres estuches de monerías y casi un montón de cosas.


**Las opiniones plasmadas en las colaboraciones son responsabilidad de cada autor, así como su estilo de escritura. Ecodiario Zacatecas sólo es una plataforma digital para darlas a conocer.


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