Altamiza | El terror del kilo de tortillas fiado
Eva Gaytán
En mi casa seguimos usando cilindros de gas, nunca pusimos el gas estacionario y se me hace que nunca lo pondremos, por qué ocurrió eso, quién sabe es uno de esos misterios o tradiciones familiares que nunca nadie comprenderá.
Cada mes compramos un cilindro, para tener reserva y que no se nos vaya terminar, nosotras quedamos azoradas de ese año en el que el gas comenzó a escasearse, este mes costó 668 más o menos el cilindro, lo metí la semana pasada aunque le pedí al gasero que lo dejara cerrado, porque el que tengo en servicio todavía tiene.
Enigüeis, la semana pasada ocurrió el robo del siglo en Zacatecas. No. Momento. El robo del siglo en Zacatecas fue el año pasado en el mes de octubre. Por cierto ¿Qué se han sabido de las 240 toneladas de oro, plata y romper la piñata? ¿Nada, nadota?
Bueno, ínclito lector, dispense usted que me fui por otro lado, retomo: la semana pasada metí el gas y ocurrió un asalto a mano armada (esto no sé si alguien los dijo pero en la alarma, en aquellos años siempre escribían “MATOLO EN ASALTO A MANO ARMADA”) y pues el sentido común me indica que iban armados porque si no cómo diablos les quitaron más de un millón de pechereques a los trabajadores de Fresnillo, este infame hecho me hizo recordar irremediablemente mi infancia.
No, querido lector, no piense usted que en casa teníamos un millón de pechereques, no, eso nunca pasó, me acordé de mi infancia, cuando una vez mi mamá me mandó a comprar un kilo de tortillas con unas donas que vendidas tortillas hechas a mano.
En aquella ocasión se me tiró el dinero en el camino y no sé si a usted alguna vez le pasó pero esas son las ocasiones que nos generan un verdadero temor, cuál pinche Chucky, viernes 13 o Vacaciones del terror con Pedrito Fernández. El verdadero miedo era tirar el dinero de las tortillas, porque doña Eva, ahí donde la ven toda tierna viejita en la juventud no perdonaba esos errores.
En esa ocasión (ahora lo sé) tuve un episodio de ansiedad en el jardín de mi pueblo, caminé sobre mis pasos intentando encontrar el dinero, me senté en la banca que estaba frente a la caseta telefónica (era de mi tío Chito) lloré y tomé valor, temblando me dirigí a enfrentar mi destino…
Fui con las señoras de las tortillas y les dije que mi mamá les mandaba pedir fiado un kilo de tortillas y que si le daban permiso de pagarlo en abonos…
Las doñas ni lo dudaron, quién podría dudar de semejante solicitud, me dieron el kilo de tortillas y yo religiosamente iba y les daba el abono cada de mi abuela Tacha me pagaba por regar sus plantas.
No tardé mucho en pagar porque mi abuela sí me daba pechereques cada que regaba sus macetas.
Mi mamá nunca lo supo, ni lo sabrá porque no lee todo lo que escribo, dice que a veces se marea.
Eso queridos amigos fue un autorrobo, porque me robé mi dinerito de regar las plantas para evitar que me dieran una chinga, de todas formas de la dieron porque me tardé muchísimo en regresar con las tortillas.
Ahora que ocurrió el asalto en Fresnillo, de inmediato comenzaron a afirmar los afines al poder que fue un “auto robo”, así de huevos, sin investigación de la fiscalía, sin agua va en el aire está el señalamiento de que hubo mano negra en ese pedo.
La verdad ni lo creo ni lo dudo, si no todo lo contrario, solos que creo que en la actual administración estatal, incluidos los aplaudidores han decidido que el beneficio de la duda está limitado a quienes sean sus compas.
La justificación a errores, tiempos, delitos, obras y arbitrariedades es exclusiva para las metidas de pata de los que dirigen el estado, los demás de inmediato son huevones, tranzas, flojos, borrachos y ahora también rateros.
Tantita madre, nadie espera los tiempos para destaparse para el 27, TA bueno ya se acostumbraron así, pero por lo menos esperen los tiempos para que la fiscalía investigue y entonces podremos decir “pinche fiscalía no sirve pa nada, todavía no empieza como lo han hecho con él 8M” o quizá digamos “pinche Javo en qué se gastaría el millón de pechereques?”.
Al tiempo, perres, al tiempo.
En cuanto al kilo de tortillas fiado,¿ se imaginan la lástima que las tortillerías sintieron por mi madre? Debieron pensar que estábamos bien jodidos…
Y sí estábamos, pero sí había para tortillas cuando se compraban, era muy raro que eso ocurriera porque mi mamá siempre torteaba en una chimenea enorme que estaba en el patios, los hacía por las mañanas y las casa se invadía de un hermoso olor a leña quemándose. Mueran de envidia.