A q u e l a r r e | Las inocentes vidas truncadas por la violencia
“Hay muchas cosas que no sé y no entiendo, y esta es una de ellas: causar daño a terceras personas que nada tengan que ver con su actividad ilícita”.
Tanya Ortiz*
Una madre llora sin consuelo hasta desgañitarse. Frente a sí están dos féretros: en uno está su esposo y en el otro está su hija, de apenas 5 años.
El dolor de perder a un familiar directo, como un esposo o esposa, no se compara cuando son dos a la vez y uno de ellos es un hijo, de cual fuera su edad, pero siendo infante, el dolor resulta inconmensurable.
El sentimiento de una vida cortada de tajo, de que arrancan de tus brazos de madre a un hijo al que no has terminado de enseñarle a crecer, a ser independiente y fuerte, con una pregunta que resuena en la mente, una y otra vez: ¿por qué?
Son sentimientos que no se pueden explicar. Inimaginables y solo comprensibles por quienes lo han padecido.
Los demás atinamos a manifestar empatía y condolencias. A exigir justicia y a pedir a Dios que no le toque a nuestros hijos… que no nos toque como padres, padecer un dolor así.
Y esto es lo que padecieron dos madres en Fresnillo.
A una, quien nunca creyó que adentro de la casa de Dios, alguien podría atreverse a causar daño, a profanar un lugar en el que, tentativamente, todo mundo podría sentirse seguro, le causaron el dolor más grande cuando sujetos armados se metieron a una iglesia en busca de un hombre y al hallarlo le disputaron en múltiples ocasiones.
Una de esas balas dio en un blanco inocente: su niño de 3 años, a quien había llevado a participar de las ofrendas de mayo. La vida se le fue en ese instante y con ella, también la vida de sus padres.
A la otra, en la calle, cuando su niña estaba con su padre, un músico de profesión, y de pronto se escucharon varias detonaciones de arma de fuego.
No creyó que fuera contra alguien de su familia y menos contra su pequeña de 5 años, pero el temor prevaleció al saber que los daños colaterales han sido constantes en El Mineral y al salir, el terror se apoderó de ella cuando se dio cuenta que las víctimas eran su esposo y su niña.
Otro incidente fue también en Fresnillo, durante las fiestas de Bracho, cuando en una balacera resultaron heridos tres adultos y una menor de 3 años.
El desenlace no fue fatal en esta familia, pero el miedo, las secuelas físicas y psicológicas para quienes sobrevivieron, es incalculable.
La pregunta sigue en el aire: ¿por qué a los niños? ¿Por qué truncar vidas de golpe en niños inocentes?
¿Qué motiva a los delincuentes a no respetar lugares sagrados, de oración, y a disparar a diestra y siniestra? ¿A asesinar gente aún y estando sus hijos pequeños presentes?
Hay muchas cosas que no sé y no entiendo, y esta es una de ellas. Causar daño a terceras personas que nada tengan que ver con su actividad ilícita.
En tanto, el corazón de estas dos madres que perdieron a sus niños como daño colateral de esta guerra del crimen organizado se suma al de cientos de madres que siguen buscando a su familiar desaparecido porque nada ni nadie les da un consuelo y lo único que las mantiene de pie, es la esperanza de encontrarlos con vida.
*Politóloga, periodista y abogada. Amante de la lluvia, la música y el petricor.
**Las opiniones plasmadas en las colaboraciones son responsabilidad de cada autor, así como su estilo de escritura. Ecodiario Zacatecas sólo es una plataforma digital para darlas a conocer a sus lectores.