Reflexionando el evangelio | Zaqueo, hombre libre
XXXI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C
“El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”. Lucas 19,1-10
La lucha por la libertad inicia desde que salimos del vientre materno. Basta mirar las expresiones del recién nacido y de la madre. La cicatriz del ombligo es la primera página de una serie de historias por la libertad. Al inicio, la lucha es por la sobrevivencia, instintiva. Con los años el campo de batalla se extiende al interior de la persona y sus ámbitos de realización. Maduramos cuando somos capaces de hacernos responsables de nuestra libertad.
El ser humano se ha caracterizado por sus luchas por la libertad. Los motivos han ido cambiando: desde la sobrevivencia -como el bebé- hasta la liberación y la defensa de todas las ‘libertades’ –como la persona adulta-. La historia de la humanidad es un tablero lleno de filosofías e ideologías que han tratado de dar fundamentación y cauce al desafío permanente de la libertad que libera y construye fraternidad. No todo el tiempo el ser humano ha logrado ser libre. La peor de las esclavitudes sucede en el corazón.
En la cultura del siglo XXI el acento se ha puesto en la libertad individual. Desde mediados del siglo pasado las garantías individuales y las libertades se han convertido en derechos humanos individuales. Nuestro mundo es extremadamente sensible a estas realidades; quizás esta sensibilidad define el modelo de sociedad que construimos. Pero -a mi parecer- la libertad se está quedando sin objetivos y sin verdad, por tanto, sin responsabilidades. Una libertad así se corrompe, pervierte el orden social, enferma a individuos y al tejido social.
La lucha de Zaqueo por ser un hombre libre puede dejar grandes lecciones de compromiso para los cristianos del siglo presente. Zaqueo “trataba de conocer a Jesús” en el preciso momento en que “Jesús atravesaba la ciudad” de Jericó. Tiene que superar muchas dificultades: la gente se lo impide, es de baja estatura, pecador privado y público. Su conversión se da cuando las miradas se entrecruzan y las palabras se escuchan desde el corazón. Jesús entra en la casa de Zaqueo sin poner condiciones. Zaqueo rompe con sus ataduras, “baja del árbol y lo recibe muy contento”. Qué curioso, los que se creen libres murmuran.
“Hoy ha llegado la salvación a esta casa”, dice Jesús en voz alta para que todos escuchemos. Cuando Zaqueo se deja mirar por Él desaparecen las cadenas de sus esclavitudes. Se reconoce pecador, acepta la realidad de sus esclavitudes y se abre generosamente ante quienes ha esclavizado. El encuentro con Jesús lo ha transformado, ya es un hombre libre. La salvación de Dios ha llegado a su casa para quedarse.
Muchos contemporáneos piensan que Dios y el prójimo son un estorbo para ser libres. Para ayudarles a salir del error sería bueno invitarles a aprender de Zaqueo, su búsqueda de la verdad y el transformador encuentro con la libertad. “Para ser libres nos ha liberado Jesucristo”, dirá Pablo al anunciar el Evangelio de Salvación a quienes buscan la verdad.
Con mi bendición y afecto al terminar octubre e inician el mes de noviembre.
+ Sigifredo
Obispo de/en Zacatecas