Soliloquio | Cementerios de Zacatecas: historia, tradición y cultura

Soliloquio | Cementerios de Zacatecas: historia, tradición y cultura

“Cuando vemos el abandono en espacios donde se lleva a cabo la ‘cultura viva’, poco podemos esperar para los espacios donde se llevan a cabo las inhumaciones”


Christian M. Barraza Loera*

Parece un cliché hablar de cementerios cuando se aproxima el festejo de “día de muertos”, aun así, me parece buen momento para reflexionar sobre estos espacios que, además de resguardar los restos de nuestros seres queridos, también forman parte de nuestro haber cultural.

 En la época moderna las necrópolis también han formado parte del entretenimiento; viene a mi memoria un amplio repertorio de películas de suspenso, terror o thriller psicológico donde los cementerios, tumbas o catacumbas han sido el escenario principal. Pese a ello, creo que somos pocos los que reflexionamos sobre la importancia histórica y cultural de los espacios mortuorios, pues ciertamente, aunque no lo crean, podemos encontrar en ellos lo que se conoce como “arte funerario”: lápidas de cantera con tallados exquisitos y elegantes que nos hablan de un lejano siglo XIX, por ejemplo.

 Panteones como el de Herrera y la Purísima en Zacatecas, nos cuentan la historia de una ciudad -que, como muchas otras, - buscaba la “modernidad” al estilo de las grandes potencias durante el periodo porfirista (1876- 1911); para entonces, las inhumaciones debían realizarse en espacios alejados de la mancha urbana, donde los vientos soplaran al lado contrario de los asentamientos humanos y, alejados de mantos acuíferos, cumpliendo así con el pensamiento decimonónico y positivista de la época. 

Por esta razón, en el llamado panteón de los ricos encontramos lápidas llamativas con símbolos que no pertenecían al común católico: políticos, liberales, masones, extranjeros y protestantes fueron enterrados en este sitio; a un lado se encuentra el panteón de Herrera, donde encontramos tumbas más modestas, pero igual de finales del siglo XIX. Resaltando que el primero era privado y el segundo administrado por el Ayuntamiento. 

Pero ¿a qué se debió la apertura de estos modernos cementerios? 

Previo a ellos, Zacatecas contaba con los llamados Camposantos que tenían una estructura meramente católica, es decir, eran administrados por la Iglesia y por ende, no permitían sepultar a protestantes; los principales camposantos se encontraban contiguos a las capillas o monasterios que habían estado en función desde el periodo novohispano, por lo que era común realizar sepulturas en el atrio o a un costado del templo; pero, aquellos acaudalados que dejaban buenas limosnas podían ser enterrados al interior de la iglesia -demostrando que hasta en la muerte hay clases-. 

Otros camposantos se fueron habilitando ante las necesidades de la población: Bracho, Chepinque y el panteón del Refugio fueron algunos de los que estuvieron en función. El de Chepinque se encontraba en un terreno cercano a la Alameda y el del Refugio en zonas más altas de la Isabelica; cuando ambos cayeron en desuso, muchos de sus mausoleos fueron enviados al panteón de la Purísima, razón por la cual, este último contiene tumbas que no corresponden a la fecha de su apertura, 1879. 

Hay que señalar que el desuso de algunos camposantos se debió a que dejaron de tener capacidad o por ser insalubres. Un claro ejemplo fue el de Chepinque, que en 1872 se ordenó fuera clausurado por haber exposición de cuerpos y, por encontrarse sobre el camino que conducía a las minas de Quebradilla. Otro ejemplo de ese mismo año, y que evidencia los pocos procesos salubres del momento, lo encontramos en el camposanto de Guadalupe donde enterraron a una persona sin cerciorarse que verdaderamente estuviera muerta, ésta en su afán por escapar de la sepultura, asustó a una señora que iba pasando por el lugar, quien moriría más tarde a causa de la impresión (Periódico Oficial, 1872).  

Para finalizar, y sólo como un recordatorio de lo importante que han sido estos espacios, hay que señalar que desde 2016 el panteón de la Purísima cuenta con nombramiento de “Zona de Monumentos”, por lo que, en teoría, debería contar con protección y vigilancia especial, la cual, ha quedado pendiente, pues recordemos que en febrero de este año 2023 fueron vandalizadas más de 100 tumbas. No es extraño el desconocimiento y falta de interés por estos sitios, cuando vemos el abandono en espacios donde se lleva a cabo la “cultura viva”, poco podemos esperar para los espacios donde se llevan a cabo las inhumaciones, los que, irónicamente, en otros países cuentan con más vida por estar inmersos en diferentes proyectos culturales.


*Historiador, docente, investigador de minorías religiosas, a veces podcaster y liberal: multitask 

Correo electrónico: crisbalo1984@gmail.com

Facebook: Christian Chichimeca Barraza



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