Soliloquio | Minorías: sociedad, religión y prácticas

Soliloquio | Minorías: sociedad, religión y prácticas

“Quien crea que vivimos en un mundo de caramelo está equivocado, pues, el tener ojos no quiere decir que veamos la realidad”

 

Christian Barraza Loera

 

Cuando pensamos en “minorías” en qué estamos pensando. Hace un par de semanas me encontraba organizando lo que será un seminario sobre diversidad religiosa en México, y me topé con un texto sobre minorías religiosas; mientras lo leía fui reflexionando un par de cosas que me gustaría compartir con ustedes.

            El documento se refería ciertamente a grupos que en porcentaje o proporción se ven superados por una mayoría arrolladora y que, además, se diferencian por tener creencias o comportamientos diferentes al resto de la población. Es decir, una minoría religiosa es aquella donde sus ritos, mitos y prácticas morales se apartan del camino establecido por el catolicismo dominante, por ejemplo: aquellos a quienes no les abrimos la puerta, a los que observamos caminando por las calles y que van en parejas -uno de piel bronceada y otro de cabello rubio-, otros que apenas y sabemos de su existencia porque al ir por una calle random descubrimos en una cochera el nombre y número de registro de la congregación que ahí se agrupa. No crean que mis referencias son de manera despectiva, sin embargo, sirven de ejemplo para entender un poco la idea.

            Pensemos en esas minorías más a detalle. Hace unos años en una conferencia que di sobre la llegada del protestantismo a Zacatecas inicié preguntando ¿cuántos en esta sala son católicos? La mayoría levantó la mano; continué ¿cuántos son ateos? Tímidamente un par de personas asintieron; última pregunta ¿cuántos de aquí práctica una religión que no sea católica? Dos personas levantaron su mano mientras el resto volteaba a ver quiénes eran. Ese ejercicio, aunque simple, ejemplificó lo que es ser una minoría frente a una mayoría.

Ahora bien, no se puede pensar en pequeños grupos sociales sin aquellos que los diferencian del resto, es decir, los grupos dominantes. Como ya había escrito y como seguramente sabrán, la historia es de quien la escribe; igual pasa con las reglas, ideologías, modas, estilos, creencias, etc., que son marcadas por un sector dominante, del que si acaso logramos percibir sus medios y formas; ese grupo ha sido, es y será quien de manera sigilosa guie a la gran mayoría, mientras que, quienes han cuestionado, discrepado o disentido, pasaron a ser parte de los parias y excluidos que, al identificarse y reconocerse formaron nuevos grupos pero con el “mote” de minorías. En sus inicios muchas de estas fueron perseguidas por no haber una ley, reglamento o norma que permitiera sus prácticas o difusión de ideas, pero, con el tiempo se abrieron espacios, brechas o ventanas donde una idea, una práctica o un símbolo comenzó a ser identificado y aceptado.

En la actualidad muchos países continúan realizando persecuciones, encarcelamiento o ejecución por formar parte de las disidencias y las minorías religiosas, políticas o sexuales. En el siglo XIX, fueron los protestantes y los masones quienes debían realizar sus prácticas de manera casi secreta, a expensas de ser descubiertos y ejecutados física o simbólicamente; durante el siglo XX, la comunidad LGBT llevó a cabo su vida en sitios a media luz y retirados de zonas habitacionales para que no afectaran “la buena moral” -en muchos sitios continúa siendo así-; en siglo XXI sigue habiendo persecución política, señalamiento religioso o filosófico o bien, inquisición mediática para quienes se salen de las normas. Aún así, quien crea que vivimos en un mundo de caramelo está equivocado, pues, el tener ojos no quiere decir que veamos la realidad.

Aunque en México se cuente con derechos y libertades asociativas, sigue y seguirá habiendo -en lugares más, en lugares menos, a veces más, a veces menos- discursos de censura para las minorías. Irónicamente, también pasa que las minorías se reconocen y se unen para señalar lo que consideran fuera de sus normas, mientras buscan las ventanas de oportunidad para hacerse visibles y ser parte de las políticas públicas.

            El tema sin duda nos invita a una continua y permanente reflexión, pues todos podemos perteneces a una minoría sin darnos cuenta, aunque quizá con más o menos privilegios que otra, pero sin duda, un reflejo de las demás.

             

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