Reflexionando el evangelio | Sensatez sobretodo
XXXII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A
“Ya viene el esposo, salgan a su encuentro”
Mateo 25, 1-13
¿Se puede caminar en la vida con las luces apagadas? Desde que el ‘tengo o no tengo ganas’ hizo su aparición como el principal motor de la vida, encontramos una gran cantidad de pilas descargadas y aceite quemado tirado que provoca muchos accidentes. Por otra parte, cuando alguien quiere continuar caminando bien habla de la necesidad de recargar pilas para lo que se ofrezca en el camino. La búsqueda de motivaciones sólidas para luchar y ‘salir adelante’ en la vida es señal de sensatez, prudencia, fidelidad, responsabilidad.
No siempre salen las cosas como pensamos y deseamos. Estamos sometidos a diversos factores, unos dependen de nosotros, otros no están en nuestras manos. La experiencia de fragilidad y de inseguridad que estamos viviendo puede llevarnos a diversos estados de ánimo. Las tentaciones de la evasión, la indiferencia, la irresponsabilidad… están presentes de diversos modos. A veces sentimos y pensamos que ya no podemos más y nuestra esperanza se debilita; pareciera que el aceite de la vida está agotado o por agotarse. Ante esta situación algunos dejan apagar la lámpara de la fe y de la esperanza.
El evangelista Mateo ve, posiblemente, signos de este tipo en la comunidad cristiana en la que sirve y alerta sobre lo que puede pasar si no hay fe en Dios, previsión y sensatez en la espera. En la parábola de las diez doncellas invitadas a la boda, el énfasis se pone en la forma de esperar al novio/esposo. Aunque las diez llevan el vestido de bodas y cargan con sus lámparas, no todas llevan la reserva de aceite. Solamente las jóvenes sensatas y prudentes pueden participar en la fiesta; las otras no. Un pequeño descuido en la previsión puede traer graves consecuencias.
A unos días de terminar el Año Litúrgico 2023, con la preocupación del inicio de las precampañas (¿?) políticas, el mensaje es claro: la sensatez es expresión concreta del sentido común de la fe, de una voluntad previsora, de nuestra corresponsabilidad hacia el futuro. Lo contrario sería terca necedad, superficialidad frívola, imprudencia fatal. La preparación para salir al encuentro del novio/esposo (Cristo) no es un asunto de última hora. Tampoco podemos esperar que otros salgan al quite en el último momento. Mantener la lámpara encendida, con su respectiva reserva de aceite, es hacer que la fe se convierta en motor de una esperanza activa y responsable. La experiencia nos enseña que las irresponsabilidades hacia el bien común generan enfermizas dependencias. Las presentes y futuras generaciones lo pagarán.
La lámpara para salir al encuentro con Cristo en la vida y en la muerte se encendió el día de nuestro bautismo. Si crecemos y nos educamos en la fe, participamos en los sacramentos, practicamos la caridad solidaria como estilo de vida, tendremos la reserva de aceite en/para cualquier circunstancia. Entonces la sensatez se convertirá en corresponsabilidad, la esperanza se cumplirá y el amor moverá los corazones en la misma dirección de las previsiones.
Con mi afecto y bendición en tiempos complejos y de incertidumbres.
+ Sigifredo
Obispo de/en Zacatecas