Reflexionando el Evangelio | Jornada de oración por la paz
XVII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C
“Pidan y se les dará”
Lucas 11, 1-13
Al iniciar el mes de julio, los obispos y superiores religiosos convocamos a una jornada nacional de oración por la paz en nuestro México. Los motivos y oportunidad son bien sabidos. La urgencia vivida y los apuros mediáticos hicieron que preguntas y opiniones salieran rápidamente a la luz. ¿Sirve de algo la oración para parar los balazos? ¿Por qué no actuar ya?, fueron algunas de ellas. Decidimos llamar primero a la oración para que la invitación a la acción saliera desde el fondo de la fe en Cristo y no ‘con otras intenciones’.
En los tiempos que vivimos, hablamos de escucha y encuentro, discernimiento y decisiones consensuadas. La Palabra de este domingo habla de oración antes de decidir la acción a realizar. Abraham platicaba con Dios sobre los asuntos urgentes e importantes para el pueblo; de seguro fue modelo de oración-acción para muchos orantes israelitas. La liturgia propone este bello pasaje en la primera lectura para disponernos a la novedad del Evangelio que trata, precisamente, cómo debe ser la oración que activa al discípulo en su entorno.
En la gran catequesis de Lucas se instruye al seguidor de Jesús sobre esta forma de orar. Aquellos discípulos conocían solamente la forma de orar de Juan Bautista y ya no les llenaba. De ahí la petición de los discípulos cuando van conociendo a Jesús, la novedad del Reino de Dios y sus implicaciones.
La oración de Jesús es diferente a la de Juan en su fin y en su forma. Cuando Jesús ora “venga tu reino" está pidiendo que toda la historia alcance su plenitud, que el largo camino de la humanidad culmine bien. Por esta razón, en torno al deseo del Reino se estructura la oración de Jesús, su predicación y toda su vida.
El modo de orar de Jesús tiene tres notas que no deben faltar: la urgencia, la insistencia y la confianza; las tres tienen que ver con la venida del Reino de Dios. La urgencia manifiesta que el pan que sacie el hambre de plenitud en el mañana ya es dado en la necesidad de hoy. La insistencia tiene como motor la confianza: el Padre "se levantará" raudo para socorrer la más mínima necesidad de sus hijos. La oración debe ser confiada: Dios es generoso, no tacaño; no hay que arrancarle las cosas a base de peticiones prolongadas como si Él estuviera sordo; él da todo, hasta el Espíritu Santo.
Orar, pedir, es una manera de comprendernos ante Dios, una forma lúcida de sabernos en la dinámica del Reino, un modo óptimo de recordarnos cada día la inagotable generosidad de Dios. La mejor pedagogía para aplicar el "enséñanos a orar" es la que nos anima, ilusiona y compromete en la construcción del Reino de Dios. Los grandes deseos de justicia, paz, verdad, solidaridad, gozo y plenitud han de tener traducciones concretas en las obras de misericordia, la reconciliación y el trabajo sereno por la paz que tanto anhelamos. Oración y acción van de la mano.
Los bendigo y oro por ustedes en camino hacia Sonora, de vacaciones.
+ Sigifredo Noriega Barceló
Obispo de/en Zacatecas