Radar económico y financiero | ¿México podría entrar a una recesión económica?
“La posibilidad de una recesión económica en México se intensifica en medida del deterioro de la economía en EU, la cual puede verse hacia el segundo semestre de 2023”.
Raúl Rodríguez Márquez*
La dependencia al consumo y la demanda de bienes a EU pone en alerta a la economía mexicana, la cual moderó su crecimiento en el segundo trimestre y apunta a una pérdida de dinamismo en la segunda mitad del año, que se extenderá hasta 2023, en un contexto de desaceleración económica mundial, una mayor inflación y alzas de tasas de interés.
Algunas personas piensan que la economía de México está en mejor posición que la estadounidense. Esta creencia surge porque, en este 2022, Estados Unidos acumula dos trimestres consecutivos cayendo a tasa trimestral, mientras que la economía mexicana sigue creciendo, aunque sea a una tasa muy baja.
La economía mexicana es de las pocas que no ha podido recuperar su nivel prepandemia y todo indica que difícilmente lo hará en lo que resta del sexenio; además de que seguimos cargando un lastre estructural que nos impide crecer a las tasas que necesitamos para abatir los rezagos sociales.
La diferencia de Estados Unidos, que ha visto su Producto Interno Bruto (PIB) retroceder a tasa trimestral en los dos primeros trimestres de 2022 (-1.6% en el primero y -0.9% en el segundo), a la economía de México, que registra crecimientos, con respecto al trimestre inmediato anterior.
De acuerdo con el INEGI, el PIB de México creció 1.0% en el primer y segundo trimestres de este año, aunque el dato del segundo trimestre es aún cifra preliminar.
A tasa anual, las cifras de crecimiento del PIB mexicano se ven aún mejor, siendo éstas de 1.8% en el primer trimestre y de 2.1% en el segundo (cifra preliminar).
Pero esto de ninguna manera puede hacernos pensar que vamos bien o que nuestra economía esté en mejor posición que la estadounidense. Es necesario ser claros y poner las cosas en perspectiva.
Y es que, en el comparativo del primer semestre de 2019, al mismo semestre de 2022, el PIB real de México se encuentra en un nivel 1.65% por debajo.
Esto es producto de que las actividades primarias (agricultura, ganadería, pesca y caza) muestran un aumento de 1.87%, pero las secundarias (industrias como la minería, construcción y manufacturas) están 1.61% por debajo, mientras que las terciarias (comercio y servicios) se encuentran en un nivel 1.67% inferior al que tenían en el primer semestre de 2019.
Derivado de lo anterior, México encabeza una reducida lista de economías nacionales que aún no recuperan el nivel de PIB que tenían previo a la pandemia.
Casi todos los países que integran el G20 mostraban en el primer trimestre de 2022 una recuperación con respecto al PIB que tenían en el cuarto trimestre de 2018; pero cuatro son la excepción: Italia (-0.3%), España (-1.8%), Japón (-2.4%) y México (-2.7%).
En contraste, la economía de Estados Unidos estaba en el primer trimestre de 2022 en un nivel 5.1% arriba del nivel del cuarto trimestre de 2018.
Desde una perspectiva histórica, la tasa de crecimiento anual promedio del PIB de México, entre el primer semestre de 2000 y el mismo semestre de 2022, es de apenas 1.55%.
Desde luego que más allá del hecho de que tenemos un sistema económico injusto con los que menos tienen, la tasa de crecimiento económico observada en las últimas dos décadas ha resultado insuficiente para abatir los enormes rezagos sociales que enfrentamos.
Se dice que México tiene un crecimiento inercial del 2.0% y que estamos destinados a crecer, en el mejor de los casos, a esa tasa, a menos de que realicemos nuevas reformas estructurales que mantengan el equilibrio de nuestras cuentas externas y que atraigan mayores niveles de inversión.
En este sentido, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha mencionado entre las “reformas estructurales adicionales” a las relacionadas con el combate a la informalidad, la participación del sector privado en energía y cambios en la estrategia comercial y de gobernabilidad en Petróleos Mexicanos (Pemex).
Sabemos que difícilmente habrá reformas estructurales en ese sentido en lo que resta del sexenio en México. Por otra parte, los datos duros muestran que nuestro crecimiento inercial de las últimas dos décadas ya no es del 2.0%, sino que es más bajo.
Además de la baja tasa de crecimiento económico promedio de los últimos 22 años (exacerbada por el nulo crecimiento de este sexenio) y del hecho de que no habrá reformas estructurales que nos ayuden a mejorar nuestro desempeño, que todo indica que en el corto y mediano plazos se dificultarán las posibilidades de crecimiento.
Esto por el fuerte rezago en materia de inversión productiva que se ha dado en los últimos tres años.
La inversión fija bruta, necesaria para el crecimiento económico de largo plazo, volvió a caer en mayo a una tasa mensual de 1.24%.
Respecto a su máximo histórico, alcanzado en julio del 2018, la inversión fija bruta registra un rezago del 11.98%
Y hoy el INEGI nos informa que la inflación al consumidor se ubicó en julio a una tasa anual del 8.15%.
El componente subyacente que determina la trayectoria de la inflación en el mediano y largo plazo se ubicó en 7.65%, acumulando 20 meses consecutivos al alza y. por si faltara algo, el componente de mercancías alimenticias acumula 7 meses con una inflación mensual mayor al 1%, algo que no ocurría desde 1996.
Los datos del INEGI del acumulado de los primeros cinco meses de 2022 muestran que el índice de volumen físico de la inversión fija bruta se encuentra 6.0% por arriba del nivel de 2021, pero sigue 7.3% por debajo del nivel observado en 2019.
Al analizar el tipo de inversión, vemos que la destinada a construcción presenta un aumento de 2.1% con respecto al año pasado, pero está 13.7% por debajo del nivel de 2019; mientras que la destinada a maquinaria y equipo creció 11.2% con respecto a 2021 y con ello se ubica sólo 1.7% por arriba del nivel de 2019.
Para complicar las cosas aún más, tenemos que buena parte de nuestra escasa tasa de crecimiento económico está fincada en el desempeño de la economía de Estados Unidos, que es el destino del 80.6% de nuestras exportaciones.
O puesto de otra forma, lo que le vendemos a nuestro vecino del norte equivale a 30.7% de nuestro PIB y es por ello que sus dificultades económicas eventualmente nos van a afectar.
Para muchos, la situación recesiva que se vive en Estados Unidos, aunado a los propios problemas internos de nuestro país, han encendido los focos de alerta con respecto a lo que sucederá el año que viene con nuestro crecimiento económico.
En este sentido, el Bank of America recién advirtió que la economía de México no crecerá en 2023 debido a la desaceleración en EU.
El próximo jueves, el Banco de México seguramente incrementará la tasa de referencia en 75 puntos base, es decir, .75%, y una mayor incertidumbre política.
Ahora se anticipa que el PIB mexicano registre un crecimiento de 0% en 2023. Cabe señalar que la estimación previa del banco era de que creceríamos 1.0% el año que viene.
Evidentemente las cosas no pintan bien y el actual gobierno federal ha apagado los motores internos de crecimiento que teníamos.
Ah, y con respecto al qué nos queda, que es el sector exportador, insinúan de manera irresponsable con la posibilidad de que México abandone el T-MEC. Lo cual sería desastroso para nuestro país.
El presidente López Obrador no cumplirá su promesa de crecimiento económico, según proyecciones de Banco Mundial.
En estricto sentido, el comité de fechados de los ciclos de la economía en México identificó que la última recesión en el país inició en junio de 2019, después de 120 meses consecutivos de expansión económica.
Por todo esto, la comparación correcta no es con respecto a cómo estábamos, sino a cómo deberíamos estar.
*Analista político y financiero
Presidente de grupo consultor Ragash
**Las opiniones plasmadas en las colaboraciones son responsabilidad de cada autor, así como su estilo de escritura. Ecodiario Zacatecas sólo es una plataforma digital para darlas a conocer a sus lectores.