Los misterios de la existencia | Esquivando el dolor
“Una existencia llena de dolor”
Alejandro Bravo Pérez*
No cabe duda que pasamos la mayor parte de la vida esquivando el dolor. Aunque lo paradójico de esto, es que, si queremos gozar en la existencia de ciertos placeres, debemos igualmente tener que soportar intensos dolores. “Cuando más fuerte sea el vínculo con una persona, más dolor habrá tras su pedida”.
El placer se busca en todo momento, se acude a diversos medios, el dolor, por otro lado, se evita. “Tras la pérdida de un ser amado, uno se pierde en el consumo excesivo de sustancias que le ayuden a pugnar con su dolor, no importa que táctica socorre, si promete quitarlo; lo consume”.
Alguna vez escuche a una persona que sufría por el dolor en su cadera decir; “si me dicen que, con el excremento del puerco, se me quitara este dolor, me baño en él, como y desayuno excremento”. Cuando es mayor el sufrimiento, los intentos por desaparecer ese dolor, son extremos. La persona, por muy fuerte y ruda que haya sido en su vida, se quiebra en quejas y llanto, cuando el dolor es parte de su cotidianidad. El dolor, ya sea físico o emocional, es una sensación de vulnerabilidad. “Y casi nadie, le gusta mostrarse vulnerable”.
El dolor, se introduce sin previo aviso, puede dar señales, pero como el dolor es algo que se evita, no se escuchan, se ignoran o se apaciguan con remedios caseros que desaparezcas lo más rápido las molestias, porque “el dolor no molesta solamente al cuerpo, inquieta a la persona, le rompe el orden de su cotidianidad, a tal grado, que puede alterar su relación con otros. Hasta consigo mismo”.
Cuando hay una molestia, y esta misma se intensifica cuando el dolor aumenta, las actividades que solían hacerse con tanta naturalidad, ya no se ejecutan de la misma manera. Lo que hace que uno mismo, se sienta más concentrado en querer quitar y desaparecer el dolor, que en lo que sea que esté haciendo.
El dolor es un intruso, llega y cuando se manifiesta, el tiempo no se mide de la misma manera, los segundos, se convierten en minutos, los minutos, en horas y las horas en la pérdida total de noción de su temporalidad. El mundo, el día y la noche no se detienen, aunque para quien experimenta una experiencia de dolor, siente que es así, que todo se detiene, que todo va más lento.
El dolor perturba la intimidad. No se está tranquilo, ni estando a solas consigo mismo. Se extraña la salud, la tranquilidad, la paz. Se extraña a quien se era, antes de que el dolor se exteriorizará y cuando el dolor es constante, insiste y se introduce con más presencia, el ser sufre, y es entonces que la persona mira “la muerte como una posibilidad de escapar del dolor”, porque cuando el dolor es constante, el ser-doliente se cansa de tener que lidiar una existencia llena de dolor.
Mañana 10 de septiembre, se celebra el Día Mundial para la Prevención del Suicidio y para Albert Camus (Filósofo francés) El asunto primordial de la filosofía es “juzgar si la vida vale o no la pena ser vivida”. Para Camus, la condición humana se precisa por nuestra constante lucha contra el absurdo, y en este caso, ocurre la misma disputa absurda frente al dolor.
Evadir el dolor, desaparecerlo, implica un constante enfrentamiento al sinsentido de una existencia crecida de dolor, lo que genera una búsqueda de propósito y significado ¿por qué a mí? ¿por qué yo? ¿por qué no otros?, cuestionamientos que se escapan de una respuesta, generando entonces una sensación de ansiedad y desesperación inherente a la experiencia humana.
“¿Vale la pena una vida llena de dolor? En un mundo lleno de dolor; ¿vale o no la pena ser vivida? Un asunto primordial para reflexionar sobre nuestra existencia.
Mi nombre es Alex Bravo y cuento con la formación como Terapeuta Existencial y solo quiero externarte, que si en un momento, sientes que algo no va bien y que frente a lo que sea que estés sintiendo, no estás sola, no estás solo. Ya sea a distancia o de manera presencial, estoy con la mejor disposición de escucharte.
Hasta la próxima.
Terapeuta Existencial
Correo: cypesc@gmail.com
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