La Familia | Perseverar siempre
“La perseverancia es el trabajo duro que haces después de cansarte del trabajo duro que ya hiciste”
Newt Gingrich
Susana Sánchez*
En la dinámica familiar en la que nos encontramos inmersos en estos días, a veces podemos caer en el hartazgo de hacer lo mismo y tener la tentación de dejar de practicar los hábitos que nos llevan a ser mejores personas.
Muchas veces nos solemos quejar de no conseguir las cosas que deseamos de manera rápida o fácil, tal parece que hemos dejado de lado la cultura del esfuerzo y que lo de hoy es hacer más con menos ganas, esto nos ha llevado a hacer las cosas de manera rápida y a buscar la satisfacción inmediata, y cuando no es así, solemos frustrarnos.
Es entonces que aparece la necesidad de hablar de la perseverancia como una virtud que nos lleva a un esfuerzo continuo para alcanzar lo que nos proponemos, buscando soluciones a las dificultades de la vida y obteniendo resultados concretos sin dejarnos llevar por lo cómodo y lo fácil.
De la mano de la perseverancia aparecen muchísimos valores fundamentales para el crecimiento de la persona como lo son el orden, el esfuerzo, la constancia, el ingenio, el tesón y la firmeza. Todos estos vienen como eslabones de una cadena que hacen que todos los días y cada día nos convirtamos en personas tenaces que luchan por una mejor calidad de vida en todos los aspectos.
La perseverancia, como dice Fernando Botella, es “el esfuerzo sostenido en el tiempo”, cuando alguna persona abandona un proyecto y no se esfuerza sostenidamente en adquirir lo que persigue, difícilmente llegará lejos.
Ahora bien, para adquirir la perseverancia es importante buscar una motivación, ya que, como dice Eva Bach en su libro “Educar para amar la Vida”: “un esfuerzo es más fácil de sostener cuando lo mueve el amor a lo que hacemos, al para qué lo hacemos y para aquellos para quienes lo hacemos”. Nuestros hijos podrán esforzarse entonces si les ayudamos a encontrar una pasión, un sueño, un “para qué” que los inspire. Y es que la ilusión mueve montañas.
Para fomentar la perseverancia en nuestros hijos debemos fomentar que exploren para encontrar lo que les apasiona, dotándolos de una ilusión. También debemos enfocarnos en elogiar más el proceso y el esfuerzo que el resultado de sus acciones. Ayudará a hacerlos reflexivos respecto a sus errores viéndolos como oportunidades para aprender.
Sirve además entender la frustración como una alidada para buscar opciones alternativas sin abandonar la meta propuesta; y por último también los padres debemos ser ejemplo de perseverancia, mostrando que nosotros tampoco logramos todo a la primera y cometemos errores, pero no abandonamos nuestros objetivos y no nos frustramos a la primera.
La perseverancia, a la larga, es un valor que cuando se ejerce se convierte en un gran poder para conseguir lo que nos proponemos, para servir a los demás y para utilizar en función del bien común.
*Maestra en Educación Familiar
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