La Familia | Asumir nuestra responsabilidad
“En esta vida siempre se gana o se aprende, no hay otra opción…”
Susana Sánchez*
Una vez terminado el proceso electoral en México e independientemente del sentimiento de triunfo o derrota que nos queda a cada uno, debemos preguntarnos si cada uno de nosotros está dispuesto a seguir trabajando por nuestro entorno y por nuestro crecimiento personal y familiar.
En esta vida siempre se gana o se aprende, no hay otra opción, y quienes nos quedamos con el aprendizaje debemos canalizarlo y focalizarlo hacia acciones que nos lleven a ser mejores personas, que nos ayuden a cooperar con todos los que viven en nuestro país, que dejemos atrás la polarización, la revancha, el discurso de odio –que por cierto es lo que nos ha llevado a estos resultados- y la negación.
Es también una súper oportunidad para reflexionar sobre el papel que cada uno de nosotros hemos jugado en este país, un examen de conciencia donde nos preguntemos con franca humildad y feroz sinceridad si a cada uno nos falta más valor, más involucramiento en la vida pública, mayor preocupación por todo lo que altera la vida de mi país o más amor a mi ciudad.
Y en el mismo tenor del examen interior particular, una de las reflexiones más acertadas la da el psicólogo Mario Guzmán, quien nos dice “Independientemente de dónde se viva, y qué Gobierno se tenga, todo individuo tiene que decidir cómo hará frente a su existencia, tiene que preguntarse "¿estoy dispuesto a asumir mi responsabilidad? ¿Cumpliré el propósito de mi existencia? ¿Buscaré mi bien personal a expensas del bien común o pondré el bien común por encima del interés personal?"
La semana pasada hablábamos de la tricotomía del control que, aplicada a este momento de la historia podemos retomarla y ser muy responsables con lo que, si está bajo nuestro control, que a mi juicio será cambiar las cosas que no me gustan en mí, ser más comprometida con mis principios y valores y no renunciar a lo que yo creo que me hace mejor persona y abona en mi crecimiento familiar y social.
La lucha por este crecimiento personal no debe estar determinada por nuestro entorno ni por quien lleve la batuta del país, es más, me atrevería a decir que los tiempos que nos toca vivir son justo los que nos deben animar a ser más decididos en el trabajo por los valores, por la formación, por el trabajo arduo, por dar ejemplo y por no claudicar en nuestros principios y valores.
Y como decía San Josemaría Escrivá: “En esta época de desmoronamiento general, de cesiones y desánimos, o de libertinaje y anarquía, me parece todavía más actual aquella sencilla y profunda convicción que, en los comienzos de mi labor sacerdotal, y siempre, me ha consumido en deseos de comunicar a la humanidad entera: estas crisis mundiales son crisis de santos”.
Así que cada uno de nosotros, sin dramas, ni derrotismos tiene la enorme responsabilidad, en nuestro ámbito, de sacar lo mejor de cada uno y ponerlo al servicio de los demás.