La familia | Defiendo mi familia
“Si vas a defender algo hasta la muerte que sea a la familia”
Susana Sánchez
En esta semana hemos visto por todas partes la reacción de un actor cuando ofenden a su esposa en la ceremonia de entrega de los Oscares. Nadie nos hemos escapado de escuchar y leer opiniones sobre si lo que hizo estuvo bien o mal o si sobre reaccionó o si pidió disculpas o tantas otras sugerencias de qué hubiera sido lo correcto y qué no.
Yo quiero aprovechar el hecho para hablar sobre el origen de su reacción y la importancia que tiene hoy en día el defender a la familia de las agresiones del exterior, sin aplaudir por ningún motivo la violencia y mucho menos justificándola.
Todos hemos experimentado en algún momento de la vida la disyuntiva sobre si actuar y cómo hacerlo cuando agreden a una persona de nuestra familia. Aquí la cuestión no es reaccionar ni tampoco agredir, sino utilizar nuestra inteligencia, nuestra voluntad y nuestra afectividad para poder respaldar a los nuestros, aprovechando las faltas de los demás y dándoles lecciones que les sirvan para toda su vida.
Y es que, a todos nos han agredido y todos hemos agredido, hemos normalizado el lenguaje del sarcasmo, de la burla y del que los demás satiricen nuestros defectos, nuestro físico o nuestra manera de ser. También nos hemos acostumbrado a reírnos de esto mismo sin que genere mayor problema. Nadie tiene derecho a usar la humillación como entretenimiento.
Lo normal es que ante una agresión a los nuestros, nosotros reaccionemos y saquemos uñas y garras (al menos yo como mamá si lo hago) aunque lo ideal es abogar por la ecuanimidad, minimizando la ofensa, tomándola de quien viene y sabiendo que mucho está en cómo la recibo.
Hay un dicho que dice “la patada se recibe de la mula que la da” o lo que es lo mismo, las cosas se toman de quien vienen; si nosotros aprendemos a justificar a las personas ofensivas conociendo el porqué de las cosas que hacen, tal vez la ofensa no nos afectaría tanto y le restaríamos importancia, creciendo en la virtud de la humildad.
No obstante, considero que es totalmente valido defender a los nuestros, ya que, si no lo hacemos nosotros, ¿quién más lo hará? Si no nos cuidamos y hacemos un campo de protección hacia los nuestros que incluya el formarlos en valores, siendo sencillos, humildes, tranquilos, centrados e inteligentes emocionalmente, nadie hará esa tarea por nosotros.
La defensa a mi familia debe incluir la absoluta certeza de que los míos cuentan conmigo siempre, siempre, independientemente de los hechos, que cuentan con mi protección y que les creo primero a ellos, en todo momento. Deben saber que los amo y que son lo primero y más importante.
Quien atenta contra la familia cercena la dignidad y la libertad de la persona y el bien común de la sociedad. El hombre y los gobiernos tienen el deber de proteger a la familia como la fuente principal de la vida y, en consecuencia, de la sociedad. Nosotros como padres tenemos el derecho y la obligación de proteger a los nuestros primero que a nadie más.
Si tienes el privilegio de pertenecer a una familia unida, lucha a brazo partido por protegerla y no arriesgues el mayor tesoro al que puedes aspirar en vida.
*Maestra en Educación Familiar
**Las opiniones plasmadas en las colaboraciones son responsabilidad de cada autor, así como su estilo de escritura. Ecodiario Zacatecas sólo es una plataforma digital para darlas a conocer a sus lectores.