La familia | Candil de la calle, oscuridad de la casa
“Los refranes populares encierran una gran sabiduría y no es poco común que ocurra este tipo de conductas en todas las familias”
Susana Sánchez*
Este refrán se aplica para indicar que una persona puede ser muy buena con quienes están en su entorno, pero mala con sus familiares, esposo o hijos. Es como si fueras bueno con las personas lejanas y malo con las cercanas.
Muchas veces fuera de casa podemos ser una persona alegre, generosa, que dedica tiempo y dinero a sus amigos, etc.… y que, en cambio, en su propia casa no da ninguna alegría ni satisfacción a sus familiares, se despreocupa de la economía doméstica y del bienestar de los suyos (de su familia), no les dedica tiempo porque lo pasa fuera de casa, no le llega el dinero para ocuparse de sus hijos porque se lo ha gastado, etc.
Los refranes populares encierran una gran sabiduría y no es poco común que ocurra este tipo de conductas en todas las familias. El mensaje explicito e implícito de este refrán se refiere justo a la primacía que todos debemos tener, primero los nuestros, primero los de mi casa.
La temporada que se avecina de fiestas navideñas, compromisos y mucha gente por ver es una perfecta ocasión para desarrollar y reflexionar sobre este tema.
Resulta que las ocupaciones de cada miembro de la familia nos pueden hacer perder la brújula sobre las prioridades que debemos tener como núcleo y nos puede ocurrir que estemos muy contentos con nuestros amigos, muy ocupados en nuestro trabajo o muy interesados en asuntos que nos distraen de lo importante.
No se trata aquí de juzgar el comportamiento de todos los de nuestra casa ni tampoco de poder señalar los errores de los demás, sino de poder reflexionar y corregir el rumbo si es que cada uno de nosotros está cayendo en esta equivocación.
Las prioridades en nuestra vida siempre deben ser respecto a las relaciones por encima de las cosas, respecto a la familia por encima de la vida social y de nuestra vida personal respecto a nuestras ocupaciones profesionales.
Esto no deberá demeritar nunca nuestras obligaciones, sino que habremos de procurar buscar un sano equilibrio donde lo importante no sea solo quedar bien sino hacer las cosas desinteresadamente, con amor, cariño y caridad
Construir relaciones familiares sanas es nuestro mejor negocio, y esto implica necesariamente dedicar tiempo a los nuestros, viviendo en la actualidad, sin dar lugar al pasado y sin tener agobios innecesarios sobre el futuro.