Historia del fútbol | El fútbol sobrevive a la guerra
“La vida, aunque pendiente de las noticias de los frentes de batalla, siguió su curso normal”.
José Ortega Ramírez*
En abril de 1914 se conmemoraba el cincuentenario de la fundación de la primera foot-ball Association Británica. El fenómeno futbolístico en sí mismo, la realidad deportiva, no podía ser más optimista cuando el último sábado de aquel mes se celebraba con entusiasmo las efemérides: la pujanza del futbol era incontestable, y su expansión incontenible. Sin embargo, las relaciones políticas entre las naciones europeas distaban mucho de prestar interés. La creciente potencia industrial alemana amenazaba la hegemonía anglo francesa en la economía mundial. El poderío alemán se concentró en la ambición expansionista, mientras que Gran Bretaña y Francia estaban dispuestas a conservar a como fuera su influencia política y económica sobre gran parte del planeta. El resultado de esa rivalidad fue el estallido del conflicto bélico generalizado, que cubrió de sangre y horror el continente europeo entre 1914 y 1918.
Millones de hombres jóvenes fueron obligados a enfrentarse en una trágica competencia que nada tenía que ver con las pacifistas disputas generadas en un partido. La competencia no tenía por escenario los verdes campos de futbol, sino angostas y oscuras trincheras tapizadas de barro y nieve. La sana lucha por la posesión de un balón dejó paso a la lucha por la conquista brutal de una ciudad, una aldea o una simple colina que era imperativo arrebatar al enemigo a cualquier precio. Los campos de futbol se quedaron vacíos, y lo mejor de la juventud europea tuvo que olvidarse del deporte para ser adiestrada en el manejo de las armas. Alemania, Bélgica, Francia, Gran Bretaña, Italia y todos los países centroeuropeos suspendieron sus competencias deportivas, pues se consideraba más importante que los jóvenes supieran cargar y disparar un fusil que introducir un balón en el fondo de la meta contraria. Aquellas absurdas prohibiciones medievales que pesaron sobre el protofutbol.
A pesar de ello. El futbol pervivió de un modo u otro, esencialmente como forma de distracción de los soldados que todavía conservaban un ánimo lúdico, en ellos lapsos en que la cruel lucha cesaba para responder fuerzas y cobrar aliento. En cierto sentido, el futbol recuperaba aquel viejo espíritu de los legionarios romanos, que durante sus incursiones por el mundo, y en las pausas entre combate y combate, se dedicaban a la práctica del viejo y ya olvidado harpastum. Aunque drásticamente, el futbol moderno demostraba su capacidad de supervivencia y su arraigo en esos rectángulos improvisados junto a las trincheras, en lo que los grandes pedruscos cumplían funciones de los postes, un oficial como árbitro y unos cuantos equipos representativos de otros tantos batallones dirimían sus facultades en el pacifico juego para dejar de pensar en un imprevisible futuro que podía hacerse realidad en cualquier instante.
Casi no es necesario aclarar que en las naciones que no participaban en la conflagración, como España y por descontado los países latinoamericanos, el futbol mantuvo su pujanza, pues la vida aunque pendiente de las noticias de los frentes de batalla, siguió su curso normal.
*Escritor e instructor profesional en ciencias aplicadas al fútbol.
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