Hablemos de seguridad…y algo más | La conciencia del ser en la prevención

Hablemos de seguridad…y algo más | La conciencia del ser en la prevención

“Dejar que tu cuerpo sea llevado por tus impulsos, tus afectos o tus pasiones, puede ser y es sumamente peligroso. Es decir, necesitas de tu cabeza para ejercer cierto orden en tu vida”

 

Diego Varela de León*

Todos en la vida pasamos por la niñez y adolescencia antes de la adultez, y muchos conservamos recuerdos bonitos de esa niñez y adolescencia, y tal como lo decía Tere Acosta en uno de sus poemas “somos seres inocentes, llenos de risas, con ilusiones constantes, escondidos bajo las sábanas de aquellos monstruos que viven debajo de nuestras camas, jugando a la pelota, tiernos y dulces, sin mayor culpa que el haber robado las galletas que dejó la abuela”

Y de nuestras primeras etapas de vida se pudiera pensar que todos los niños y adolescentes fueron felices, y la realidad es que también hubo momentos tristes por las condiciones o circunstancias que nos tocó vivir, por ello uno de los tantos tópicos que los adultos debemos de trabajar con las niñas, niños y adolescentes desde la familia, la escuela, así como los demás grupos sociales donde conviven y se desenvuelven en la cotidianidad, es el de la actitud positiva y proactiva que deben de tener en la vida diaria, orientados en la prevención de conductas antisociales y de adicciones que tanto están dañando y lastimando a nuestras niñas, niños y adolescentes.

En este sentido, la educación basada en valores y principios, que obviamente deberá ir aparejada del ejemplo, tanto teórico como práctico en la enseñanza de las niñas y niños, lo cual delineará la adolescencia de nuestros jóvenes en la importancia que tiene nuestro yo, y viene a mi mente la alegoría del carruaje que debería servirnos para entender el concepto holístico del ser, la reflexión de esta alegoría nos dice que “hemos nacido y salido de “nuestra casa” y nos hemos encontrado con un regalo, que es nuestro cuerpo.

Un carruaje diseñado especialmente para cada uno de nosotros, un vehículo capaz de adaptarse a los cambios con el paso del tiempo, pero que será el mismo durante todo el viaje, pues a poco de nacer, nuestro cuerpo registró un deseo, una necesidad, un requerimiento instintivo, y se movió, este carruaje (el cuerpo) no serviría para nada si no tuviéramos caballos; ellos son los deseos, las necesidades, las emociones y los afectos.

Y todo va bien durante un tiempo, pero en algún momento empezamos a darnos cuenta que estos deseos nos llevaban por caminos un poco, sinuosos, arriesgados y a veces peligrosos, y entonces tenemos necesidad de frenarlos. Aquí es cuando aparece la figura del cochero que es nuestra cabeza, nuestro intelecto, nuestra conciencia, nuestra capacidad de pensar racionalmente, este cochero dirigirá nuestro avance.

Hay que saber que cada uno de nosotros es, por lo menos, los tres personajes que narra la alegoría, tú eres el carruaje, eres los caballos y eres el cochero durante todo el camino, que es tu propia vida. La armonía deberás construirla con todas estas partes, sin descuidar a ninguno de estos tres protagonistas. Dejar que tu cuerpo sea llevado por tus impulsos, tus afectos o tus pasiones, puede ser y es sumamente peligroso. Es decir, necesitas de tu cabeza para ejercer cierto orden en tu vida.

Cuando los jóvenes escuchan esta alegoría que es muy bonita y entendible, pero que además la podemos hacer mejor cuando nosotros como papás la leemos y reflexionamos junto con ellos, porque se traduce en un aprendizaje colaborativo y significativo para ellos, amén de los ejemplos de casos tanto positivos como negativos que les podamos compartir de acuerdo a nuestra experiencia y claro está que en ningún momento se tendrán que hacer ni comparaciones ni poner etiquetas sean positivas o negativas.

 

**Amante de la lectura, la música, y el deporte

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