Andar las vías | Los mejores amigos siempre serán mamá y papá
“Es importante aprender a identificar a aquellos individuos que en todo lugar te demuestran una verdadera amistad que se llama confianza y se apellida bastante”
Luna Morena*
A temprana edad he visto al adolescente vanagloriarse por tener los mejores amigos de la vida; amigos que son su fiel compañía y la visita más segura a la hora de los alimentos; además son los primeros en llegar cuando se anuncia un festejo; cuando se hacen presentes las variedades de antojitos o cuando los postres caseros esparcen sus aromas entre las veredas cercanas a sus viviendas.
Dichos atractivos, hacen que la juventud enfoque la generosidad que entre sus andares puedan ir encontrando para verse bien camaradas y bien cuates delante de quienes están necesitando un compañerismo comedido y de altura. Con el buen trato, las buenas charlas y las dulces atenciones; nadie diría el interés y la comodidad que mueve las presencias, los aprecios y las afecciones; sin dejar entrever ni tantito que su procuración única y exclusivamente es por las dádivas a la orden de su apilada apetencia.
El tiempo suele curar de amistades así; de amistades que en la mocedad un buen número de ellas, carecen de veracidad, lealtad, certidumbre; porque la mayoría de los adolescente desconocen las sensiblerías que estimulan el aprecio auténtico y la confianza mutua que debe existir entre los amigos reales.
Cuando se va aprendiendo a distinguir a quienes tienen estas distinciones se les da el nombre que les corresponde, porque no todos son amigos en la vida; algunos son vecinos, otros son únicamente conocidos, tal vez puedan ser tus socios o tus compañeros de trabajo.
Entre el desarrollo y madurez de cada ser humano, se aprende a identificar el aprecio amigable y el aprecio confiable; cualidades que ayudan a ser selectivos y cuidadosos, cuando se trata de distinguir el compañerismo conveniente y seguro y el que no lo es; por cierto bien identificable porque así lo denuncia su naturaleza, su esencia, su manera de ser. Por eso existen personas solamente refiriendo a sus vecinos de siempre, a los conocidos que de casualidad se encuentran, a la señora comerciante, al abarrotero; en fin.
Con personas así, es importante andar bien precavidos, y creo que son las que más andan pululando de un lado a otro. Cuidado si las encuentras en tu lugar de trabajo; más te vale evitarlas y mantenerte a distancia de ellas; si esto fuera imposible, evita cualquier comentario referente a tus planes, a tus proyectos; destapando uno que otro secreto para hacerlos realidad.
Nunca comentes delante de ellos nada de tus patrones, ni de quienes trabajan contigo; recuerda que ahí no hay amigos que valgan, ahí nadie es confiable; porque con tal de quedar bien con los superiores bañaran con agua contaminada tu mente corta, tu retardado aprendizaje, tus lerdos pensamientos. En ese círculo, la amistad brilla por su ausencia; pero eso sí, sobran los compañeros y los conocidos de orejas grandes.
Cuando se está en la niñez, en la adolescencia y mocedad, se van dando las amistades numerosas; al menos así lo piensan quienes viven ese tiempo; llenándose de vanagloria al contar con la estimación y el afecto nunca visto, entre aquellos que tienen la misma edad. Situación que el tiempo paso a paso se encarga de curar, porque a través de los años se adquiere otra forma de pensar, ver y analizar las cosas.
Ya cuando acuerdas, aquel mundo de queridos amigos que creías tener, se van achicando en tu presencia y en tu memoria; olvidándote de algunos y sólo recordando a pocos. La vida se encarga de presentarnos a veces lo que merecemos y otras veces lo que nos hace falta. Es bien importante aprender a identificar a aquellos individuos que en todo lugar te demuestran una verdadera amistad que se llama confianza y se apellida bastante.