Hablemos de seguridad… y algo más | La esperanza son los jóvenes
“Hoy a diferencia del pasado y con la responsabilidad social, nos obliga a plantear una alternativa pertinente en la discusión de cómo atender a nuestra juventud ante la inequidad social heredada del pasado”
Diego Varela de León*
Sin duda alguna uno de los temas que como sociedad nos debe no solo de preocupar sino más bien de ocupar es la juventud, que dicho sea de paso y a diferencia de generaciones pasadas, en nuestros días experimentan un sin número de factores de riesgo tanto endógenos como exógenos en una transculturización, imitación y sentido de pertenencia a algún grupo para obtener y afirmar de lo que carecieron o fueron privados desde el seno familiar, y por supuesto dentro de la misma sociedad en torno a la importancia, identidad y el afán de ser alguien aunque sea por medios ilícitos.
En un desencanto y escapismo de la realidad se dirigen al precipicio de un mundo falaz que se crean y florece en vertiginosa expansión auspiciado por grupos delincuenciales, lo que provoca que la proliferación del fenómeno trasciende a las inquietudes juveniles que luego se manifiestan en actividades de adicciones y delictivas para alcanzar esos beneficios aunque sean fugaces, y en eso triste y desgraciadamente les va la vida.
No se trata de estereotipos o aseveraciones mal infundadas hacia la juventud, porque de una u otra forma en similitud con generaciones pasadas lo vivimos por diversas causas en las que nuestros padres y abuelos nos señalaban que con quien nos juntábamos y en dichos decían “dime con quién andas y te diré quien eres”
Al igual influía el cómo nos vestíamos y que junto con la música que escuchábamos para nuestros padres y abuelos les parecía escandaloso que oyéramos o bailáramos lambada, rock, trova o música de protesta de esos tiempos, que dicho sea de paso era música que no utilizaba palabras altisonantes y no agredía ni ofendía a ningún género y en otros tantos caso hasta las lecturas que teníamos que les parecían fuera de contexto por el pensamiento tradicional a uno de izquierda o radical en ciertas posturas de libertad a propósito del “2 de octubre no se olvida”
Los efectos del crimen organizado en la sociedad han logrado un gran alcance pues implica no solo la presencia en una amplia gama de actividades ilegales más allá del tráfico de sustancias ilícitas, amén del deterioro de los derechos humanos y debilitamiento de la estabilidad institucional a través de diversos actos de violencia.
Aunado lo anterior está el grave tema de reclutamiento de jóvenes que según distintas fuentes estadísticas asientas que los carteles se han convertido en uno de los principales empleadores de jóvenes dadas las muchas aristas en torno a este tema que solo por mencionar a la misma justicia penal para adolescentes con inimputabilidad de los menores en penas que para la gravedad del acto en la mayoría de las ocasiones son irrisorias.
En este contexto general de las realidades específicas tanto sociales como económica, de los procesos de remodelación radical en el papel que juega la familia, sociedad e instituciones, amén de las simuladas políticas públicas de atención orientadas al bienestar social que nunca se instrumentaron de manera adecuada en décadas anteriores, aunado a otras concepciones sobre la privación de los satisfactores elementales de supervivencia, así como una exclusión, discriminación, explotación y violencia, que si bien eran temas muy sonados en los discursos de los políticos neoliberales pero olvidados y desatendidos o incluso hasta evitados en el ejercicio de esos gobiernos que nunca atendieron, e invisibilizaron la magnitud de desigualdades que ellos mismos construyeron.
Hoy a diferencia del pasado y con la responsabilidad social, nos obliga a plantear una alternativa pertinente en la discusión de cómo atender a nuestra juventud ante la inequidad social heredada del pasado, pues derivado precisamente de esa desatención en el tema de la prevención de las causas y factores donde no advirtieron y menos atendieron lo que hoy se hace impostergable atender de manera puntual por la naturaleza del problema que atraviesan los jóvenes, mediante un diagnóstico adecuado que nos permita elaborar esquemas eficientes y eficaces, mediante el desarrollar de programas viables de atención familiar y juvenil para disminuir los factores de riesgo tanto endógenos como exógenos en nuestros jóvenes.
*Amante de la lectura, la música, y el deporte
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