Hablemos de seguridad… y algo más | La Constitución y la cultura de la legalidad
“Nuestros problemas se traducen no en lo excelente que sea el texto normativo sino en una cuestión cultural, en una tema de confianza, en un asunto que más tiene que ver con nuestra cultura de la legalidad”
Diego Varela de León*
A propósito del 5 de febrero fecha en que se celebró el ciento seis (106) aniversario de la constitución política de los Estados Unidos Mexicanos, cuando el 5 de febrero de 1917 se reuniera el constituyente en Querétaro encabezado por don Venustiano Carranza, quien dirigiera los esfuerzos que sentaran las bases de lo que es nuestra máxima ley en nuestro país, dicha constitución entró en vigor el primero de mayo del mismo año, una constitución que en la intención fue producto del eventual triunfo del ala de los carrancistas sobre los convencionistas liderados por Francisco Villa durante el desarrollo de una Revolución que para muchos grandes pensadores como Daniel Cosió Villegas, Francisco Marín Moreno entro otros tantos escritores, es una Revolución inconclusa por mil y un razones tan válidas como varias en torno a los pensamientos y percepciones propias de cada persona, porque para muchos doctos en la materia nuestra constitución representa la más sublime de las aspiraciones de una nación que en la idea sienta sus bases en la justicia social y orientada a delinear una convivencia social que redunde en paz, bienestar, desarrollo y riqueza.
Y el enamoramiento de la letra que conforma nuestra constitución puede ser tan sublime como efímero, pues en algunas encuestas y ejercicios que se hacen orientadas en el aprecio que como mexicanos tenemos de nuestras leyes, imaginemos un centenar de personas reunidas en un mismo espacio y la pregunta igual para todos seria ¿quién de todos los presentes tiene aprecio y respeto por la ley? Y la respuesta casi homogénea en todos los ejercicios nos arroja un contundente cien por ciento (100%) y cuando la pregunta a esa misma concurrencia se hace en torno a ¿Quién de todos los presentes cree que el resto de los que no están en ese momento y espacio tienen aprecio y respeto por la ley? Y la respuesta sigue siendo contundente con una apabullante mayoría que manifiesta que los demás no respetan la ley salvo tres o cinco que creen que los demás también respetan la Ley, y el ejercicio es muy simple y se traduce en cuestiones multiculturales de percepción y desconfianza y en este sentido la misma pregunta se traduce en ¿tiene usted confianza en sus autoridades? Y la respuesta por unanimidad es casi del cien por ciento no.
De tal modo que somos unos convencidos de que gran parte de nuestros problemas no son las leyes que dicho sea de paso y según los doctos en la materia tenemos una de las más completas y mejores constituciones del mundo, pero nuestros problemas se traducen no en lo excelente que sea el texto normativo sino en una cuestión cultural, en una tema de confianza, en un asunto que más tiene que ver con nuestra cultura de la legalidad y cuando hablamos de legalidad una frase tan presente y sonada en nuestros días pero ausente en nuestros actos, formas y modos de vida.
Y podremos decir que el fomento de la cultura de la legalidad debería ser una “política pública” donde tienen o deberían de tener injerencia los tres órdenes de gobierno del Estado Mexicano, cuyos antecedentes parten de la teoría del derecho, y estos deberían estar no solo insertados en el plexo normativo, sino practicados en la administración pública, hasta llegar a una visión prospectiva que la convierta en una de las más promisorias líneas de acción de la planeación y programación del desarrollo individual y colectivo.
De tal suerte que nuestra constitución debe ser parte de nuestra cultura porque lo es y con esto me refiero a nuestra cultura como parte de un conjunto de usos, costumbres, conocimientos, ideas o teorías que se han conjuntado y sistematizado. Luego entonces podríamos decir que en una acepción simple, la cultura de la legalidad es el imperio de la ley ósea de nuestra constitución. Y me refiero a que debiera estar incorporado el plexo normativo a nuestra cotidianidad como lo están otros muchos aspectos de esta, es decir en nuestros actos, formas y modos de vida enmarcada siempre dentro de la Cultura de la Legalidad en pleno respeto de nuestra carta magna.
*Amante de la música, la lectura y el deporte.
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