Hablemos de seguridad… y algo más | Agentes de cambio por una mejor sociedad
“Se debe trabajar con ciencia y arte político para lograr la estabilidad de nuestras comunidades”
Diego Varela de León*
En el esbozo anterior, comentaba con algunos ciudadanos y algunas compañeras y compañeros la importancia de que el policía debe, por todos los medios habidos y por haber, ser un agente de cambio social, lo cual está muy ligado a temas como la gobernabilidad, donde somos unos convencidos de que ésta se construye a partir de elementos de gobierno, elementos de estado y una gran dosis de diálogo técnico y político entre los diferentes sectores y actores que integran la agenda de un país, un estado y un municipio.
La simple alternancia democrática es un requisito indispensable, sí, pero no único para lograr dicha gobernabilidad.
Se debe trabajar con ciencia y arte político para lograr la estabilidad de nuestras comunidades, para no caer en una torre de babel que nos lleve como sociedad al no entendimiento entre unos y otros y, lo que es peor, a la barbarie de la cruenta violencia entre unos y otros por la hegemonía del poder sobre el otro, lejos de una razón loable para unos y otros.
Antes bien, sociedad y gobierno deberán de trabajar arduamente en la construcción de un sistema que nos permita desarrollar las mejores opciones y prácticas de cambio institucional y estructural, para de esta manera resolver muchos de los problemas que tanto nos aquejan, como lo es hoy en día el tema de temas; la inseguridad, y lo anterior significa que los diferentes actores constructores de una sociedad y encargados de preservar el bien común, estén comprometidos y preparados para ejercer su tarea de la mejor manera posible, en congruencia con las exigencias sociales.
El servidor público enmarcado en la seguridad pública es, sin duda, un ente de vital importancia que debe constituirse como un agente de cambio social, encaminando su tarea como servidor al bien común y a la responsabilidad social.
Al contexto global, nacional y local se les atribuye el compromiso de los gobernantes de resolver las demandas y necesidades de la sociedad, a la cual sirven y lo asumen como tal.
Y son a ellos a quienes la sociedad pone a buen recaudo la administración de los recursos y la resolución de tantos de los problemas que nos aquejan para que, haciendo uso de la ciencia, arte y todas sus virtudes y talentos, los resuelvan en conjunto con la sociedad a la que sirven. Así, este cuerpo de hombres y mujeres versados en la administración pública en muchas ocasiones enfrentan las demandan de los problemas que una parte de la sociedad ocasiona y la otra parte de esa sociedad pide una solución a dicha problemática.
Y al final del día esto es por demás de simple, pues si gobernados y gobierno no caminan al unísono, el contrato social se fractura, atentando contra la legitimidad y, por ende, se reduce la participación social entre reclamos de unos y otros. De tal suerte que se tiene que atender el bien de todas y todos.
Y entre los tantos problemas que han lacerado a nuestra sociedad, sin duda es en donde sigue la lucha de lo que podríamos decir son los problemas más importantes que aquejan a nuestra sociedad, no porque los demás no importen, sino porque son puntos nodales de los demás componentes, y me refiero a la corrupción, la impunidad y la falta de ética y valores que enmarquen el actuar de los servidores públicos, en el desempeño de sus funciones y que redundan en la afectación de manera transversal a la población.
En este sentido en particular, observamos que han tenido una influencia negativa sobre el desarrollo humano, social, político y económico. Y cuando la presencia de los factores en comento es extrema, puede llegar a dañar severamente a las mismas instituciones, lo que crea un ambiente de desconfianza hacia nuestras instituciones, principalmente a quienes están frente a estas, lo que en consecuencia y resultado nos da un alto indicie de impunidad.
Por ello, la implementación de un servicio público competente y versado en los más altos índices de legalidad, objetividad, eficiencia, profesionalismo, honradez, imparcialidad ética y valores en el irrestricto respeto de los derechos humanos, es por demás una necesidad prioritaria para la administración pública actual; es, además, la herramienta que nos permitirá ofrecer los servicios y la atención requerida para los ciudadanos que demandan, en uso de sus derechos y obligaciones, el mejoramiento de la calidad y la eficiencia de los servicios a los que tienen derecho.
Igualmente, retomar y recalcar que mucho de la solución, o casi todo, está en la propia sociedad, pues, tal como lo hemos asentado en otras ocasiones, una de las principales características de las sociedades abiertas, tolerantes y democráticas es el rechazo a la violencia y a los actos delictivos y a la inseguridad en sus más variadas manifestaciones, pues la protección y atención a los sectores sociales constituye un principio fundamental de nuestra escala de valores, basada en el respeto al individuo y en la Defensa de los Derechos Humanos; la identificación con estos principios debe llevar a las instituciones policiales a impulsar una serie de propuestas y medidas de gran trascendencia, con la finalidad de promover con mayor eficiencia y eficacia la protección de la sociedad y los sectores particularmente vulnerables.
Lo que demanda la urgencia de que igualmente todos los elementos en el contexto de seguridad pública seamos capaces y competentes, amén de que nos conduzcamos como verdaderos agentes de cambio social.
Libre pensador, amante de la lectura, la música y el deporte.
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