Eurocápsula | Tercer Campeonato de Europa de Futbol Italia 1968
José Ortega
Celebrada del 5 al 10 de junio de 1968 con sedes como Roma, Nápoles y Florencia las cuatro federaciones británicas, Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del norte, coincidieron en el mismo grupo de la fase calificación y al mismo tiempo disputaban el British Home Championship (el campeonato regional británico).
Inglaterra fue la única federación en superar la fase de clasificación. La república federal de Alemania, que por primera vez decidía participar, hizo el más espantoso ridículo al empatar con la débil selección de Albania en el partido decisivo de la fase de clasificación. Un once alemán de muchos quilates que jugó siempre al ataque siendo incapaz de anotar gol durante los 90 minutos al cuadro balcánico. Lo que la prensa alemana calificó como “la humillación de tiranía” puso fin a sus aspiraciones en la gran competencia.
La selección inglesa y vigente campeona mundial a pesar de dejar en el camino a España despojándola de su reinado en cuartos de final, también decepcionó en la sede de Florencia al perder la semifinal ante la selección yugoslava que sorprendentemente sería una de las finalistas del torneo europeo al hacer lo propia ante Francia. En la otra semifinal jugada en Nápoles entre el equipo anfitrión y la unión soviética, no sería el futbol ni mucho menos el gol quien decidiría quien accedería a la gran final. Debido al empate en los 120 minutos disputados y como hasta entonces no se había reglamentado la tanda de penaltis (sino hasta 1970 por el árbitro alemán Karl Wald) hubo que recurrir al sistema entonces habitual de lanzar una moneda al aire; siendo una moneda de 10 francos franceses de 1916 concediendo la fortuna a la escuadra local y de esta forma accedería a la gran final.
Ya en la final en Roma y ante 38, 440 aficionados a pesar de la superioridad de los yugoslavos, tampoco hubo un vencedor, en parte por el arbitraje extremadamente casero del suizo Gottfried Dients. Cuando al cabo de 48 horas que se repitió la gran final, la escuadra azzurra había mejorado notablemente. Los italianos jugaron con más ímpetu y determinación, mientras que los yugoslavos parecían cansados e incapaces de superar el catenaccio. Lo que a la postre el equipo italiano venció merecidamente por un marcador de 2:0 para coronarse campeón de esta tercera edición.