El Espectador | Una vida sin dolor
“Es inconcebible una vida sin dolor”
Alex Bravo*
En ocasiones el dolor se experimenta como algo que es incómodo, por lo que, cuando lo experimentamos, buscamos un remedio que alivie pronto el malestar. Dependiendo de cada circunstancia, el dolor puede durar unos segundos, unos minutos, unas horas, unos días, un par de semanas o hasta toda una vida. Pero el dolor, a pesar de ser un tipo de señal de alarma, la evitamos.
Todo depende, según el contexto, el tipo de persona y el entorno sociocultural. En todo nuestro ciclo vital, es imposible escapar del dolor. Todos alguna vez en la vida, lo hemos experimentado más de una vez. Ya sea de niños, de jóvenes, de adultos o de viejos, el dolor estará ahí, presente en nuestra vida. Puede ser provocado por una dolencia física, pero también por una cuestión emocional.
- “El grito del nacimiento, el estertor de la muerte. La madre es quien grita, pero quizás el niño tendría más razón para hacerlo. La madre existe ya; por lo tanto, su dolor es un dolor de la existencia; pero el niño nace de la existencia, nace al dolor de la existencia. Pero si el niño no grita al instante, seguro que lo hará poco después. El estertor de la agonía es el grito de lamento por haber nacido. (Soren Kierkegaard).
Como las enfermedades, como el hecho de aceptarnos como seres finitos, el dolor es una dimensión de nuestra corporalidad y de nuestra existencia. El dolor, puede resultar para algunos algo placentero, para otros, un eterno sufrimiento, un nacimiento, pero también un infierno.
El dolor desde quien lo experimenta, es completamente ajeno a quien lo mira. La compresión de la intensidad con que se experimenta, hace que el dolor que percibe cada una, cada uno, por las razones que sean, sea única. Nadie experimenta el mismo dolor. Al dolor que muchas veces ignoramos, no podemos apropiarlo, sino hasta que aparece. Y aun cuando llega, apenas podemos apropiarlo como nuestro. Pero hay quien dice que es solo a través de las palabras, que el dolor se hace más tangible. Que podemos también mirarlo como una criatura oscura, pero es también, que el dolor cuando más ajeno es a nosotros, más cerca lo sentimos.
Ahora, cuando se trata de un dolor físico. El dolor es una señal del cuerpo para protegerse. No hacerle caso, puede tener serias consecuencias. Por otro lado, el dolor causado por nuestras emociones, es un dolor que nos recuerda que existimos. Es el precio que se paga por ser humanos.
El dolor, el dolor es una parte natural de nuestra existencia; “es una clave de la condición humana, nadie puede escaparle siempre, es inconcebible una vida sin dolor”. (Le Breton).
*F.H.E.