El espectador | El amor
“Puede ser una locura”
Alejandro Bravo Pérez*
Para comunicarnos y entablar un diálogo con otra persona, es fundamental poder entendernos, por lo que se espera que se emplee un mismo lenguaje y referente. Todo esto, unido a un sentimiento y una emoción. En palabras de Ortega y Gasset: “lo amado es lo único conocido, es decir, comprendido, no meramente “sabido””.
Cuando se ama, se dona una parte de sí mismo, como si se tratara de una individualidad, que se funde en cada existencia. El amor, no es algo que se sabe, se experimenta, se conoce porque se siente, más no porque se tenga una idea de qué es el amor. Cuando existe un pensamiento, para justificar el amor que se siente por algo, no es más que una construcción sabida de lo que se cree que es el amor. Pero el amor, es algo que se fecunda, es algo que brota de la nada, de un alma abierta a la novedad, al comienzo, a la posibilidad de plenitud. El amor no es buscar la perfección, el amor, es mirar lo que es, y dejarlo ser. Por consiguiente, ya es perfecto por sí mismo, porque se permite ser.
El amor, hace ver todo lo que se miraba de color gris, en colores brillantes. Quizás por eso el amor, es sinónimo de esperanza, de alegría, de felicidad. Es como lo cita Ortega: “amor es un divino arquitecto que bajó del cielo”. Solo cuando hay amor, se administra un mundo de posibilidades para crear nuevos encuentros humanos.
Tal como en los niños, hay amor, ellos exploran y miran todo a su alrededor de manera creativa y curiosa. Para ellos, es ese único instante que viven y atraviesan, es valioso, singular e irrepetible. Porque, a diferencia de lo que hacen muchos adultos, el niño repite y expresa a su madre; “mamá, te quiero mucho”, porque es lo que siente, porque cuando lo dicen, les emerge desde su auténtica forma de estar en relación con su madre. Muy contrario a cuando ese niño crece y dice, “te amo” o “te quiero”, como una condición, para demostrar amor y sentirse amado. El amor no se condiciona, menos se mendiga. El amor no es miseria, tampoco una tragedia. El amor no se compra, mucho menos se regala.
El amor puede ser una locura, pero el amor, no mata. Por el contrario, da vida donde antes no había. El amor a su vez, da la capacidad de lucha, por eso una madre que no encuentra a su hijo, moverá todos sus recursos para encontrar a su ser amado. No estimará en tiempo, ni en las consecuencias, porque su capacidad luchadora, la hará entrar en combate, en nombre del amor por su hijo o hija desaparecida. El amor incluso, hace que se opte por la oposición, de un ideal, de un sistema político, de una nación. El amor hace sentirse valientes, en un mundo de cobardes.
Cuando alguien demanda a las autoridades, que le ayuden a encontrar a su familiar desaparecido. Cuando un defensor de los animales y de las áreas verdes o naturales, exige que se haga justicia por el maltrato animal y tala de árboles. Cuando una comunidad indígena, exige al gobierno que les proteja de los hombres armados que los expulsaron de sus casas y sus tierras. Claro que el gobierno no escucha, ni menos entiende. Porque no están hablando el mismo lenguaje y mucho menos el mismo interés.
No hay amor para los que forman parte del poder. No hay amor para la gente del pueblo.
La terapia Existencial es un enfoque exploratorio filosófico, en donde lo que más importa, es crear un espacio de relación y diálogo para que la persona comprenda un poco más la “situación” que está viviendo, como a su vez, la manera en que se relaciona con el mundo y los demás. Si te interesa iniciar una introspección propia de tu forma de estar en el mundo, quedo a tus órdenes.
Terapeuta Existencial
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