El espectador | Arrepentimiento
“No estar arrepentido”
Alejandro Bravo Pérez*
Quien ha experimentado o vive en arrepentimiento, haría bien, hacer una pausa, para reflexionar y cuestionarse por la importancia que se le da a ese sentimiento. Arrepentirse, puede ser síntoma de sentirse, que se ha fracasado. Y puede llegar a ser la sensación de fracaso, lo que hace que uno se sienta arrepentido.
Cuando uno siente arrepentimiento, cabe la posibilidad de que se le sume un peso mayor a eso que está sintiendo, ya que se tiende a otorgarle un valor moral. Teniendo entonces la sensación, no solo de haber fracasado, también de que ha hecho algo malo. Generando, por lo tanto, un sentimiento de culpa.
A su vez, quien se vive arrepentido, puede experimentar vergüenza, por sentirse expuesto, exhibido o hasta señalado, por eso que lo hace estar en arrepentimiento. En palabras de Espinoza: “El arrepentimiento … no es una virtud, o sea, no nace de la razón; el que se arrepiente de lo que ha hecho es dos veces miserable o impotente”.
El arrepentimiento, puede ser una especie de autocastigo, que al estar presente en todo instante de quien está arrepentido, le impida poder entregarse al momento. Generando, miedo y duda, por temor a tener que cometer algo de lo que puede arrepentirse, o también sentirse arrepentido, constantemente, viviendo en el acto de un suceso pasado, que se convierte en una especie de venda y grillete, que impide ser dueño de sí mismo. Sintiendo si, miserable por lo que hizo. Impotente también, por no saber si lo que hará, no es algo con lo que se viva arrepentido.
El que vive en arrepentimiento, no extraña, no es que esté atado a su pasado, no es que tenga que aprender algo de su experiencia. El arrepentimiento, siguiendo a Espinoza; es una señal de la imperfección moral. Se siente arrepentido, porque en algún momento, alguien le ha dicho que estuvo mal. Siente arrepentimiento, porque lo que hizo, le dijeron que no estuvo bien. Ya lo expuso Montaigne: “Concebir el arrepentimiento… consiste en dolerse por algo malo ya cometido por uno”. Pero siguiendo sus palabras, si el que está arrepentido, no deja de ahogarse en su propio dolor, de sentir que ha comentado algo malo, no podrá ver lo mejor de lo que está pasando ¿y qué es lo mejor de eso que le está pasando?
Al sentir arrepentimiento, hay dos posibilidades, encañarse en ese sentimiento y vivir miserablemente o asumir la responsabilidad de eso que lo que hace vivir arrepentido. No se puede cambiar los sucesos del pasado. Quien vive en arrepentimiento, no se atreverá a experimentar algo nuevo en su vida.
El temor, será un sello en su existencia. Por el contrario, si se puede evitar repetir en el futuro. Sea lo que sea, de lo que genera arrepentimiento, es una circunstancia para mirar como algo que puede repetirse, si, pero que no significa que sea algo de lo que se tenga que vivir en arrepentimiento, y si como algo que ofrenda novedad y experiencia.
Mientras se siga cometiendo las mismas acciones, optando por vivir en arrepentimiento, se vivirá forzado a una vida de sufrimiento. Uno mismo es causante de todo ese malestar, por no atreverse a apropiarse de otro modo de vivir, el de no estar arrepentido.
Muchos logros humanos, pasaron a la historia, porque surgieron del arrepentimiento y a veces arrepentimientos muy severos, que incluso atentaron contra su propia existencia. Pero quien se atreve a dejar a un lado el arrepentimiento, abre las puertas para que tenga una nueva posibilidad de mostrarse y renovarse. Vivir sin arrepentimiento, es dar una vuelta a la hoja, para no solo continuar. También, para cambiar.
Hasta la próxima.
*Terapeuta existencial
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