Bibliósfera | Nosotros: Desde Un Mundo Feliz hasta nuestros días (pasando por 1984)

Bibliósfera | Nosotros: Desde Un Mundo Feliz hasta nuestros días (pasando por 1984)


Y si estos seres no comprendieran por las buenas

que les aportamos una dicha matemáticamente perfecta,

deberemos obligarlos a esta vida feliz.

Yevgueni Zamiatin

Nosotros (1920)

Noticias desde la utopía donde vivimos.

 

José Angel Rendón*

 

El siglo XXI (y lo que le falta) parece ser la encarnación de las más populares distopías de la pasada centuria. Los mundos alternos, aderezados de la ciencia ficción (CF) más “lunática”, se han convertido la hiperrealidad del actual momento de la historia. TOTALITARISMO, es la palabra que permea en los nuevos y cambiantes órdenes políticos del futurista presente. No es este un comentario político propagandoide; una parte de la CF, que es pieza del bagaje de las letras universales, se considera “literatura de la anticipación”, por lo cual no es extraño ver en nuestra realidad momentos que en algunas páginas de la ciencia ficción ya se hayan mostrado, con todo el peligro que ello representa.

“La ilusión de una sociedad perfecta se contrapone a la realidad de una nueva política sostenida por el poder excesivo”, frase de Rogorn Modaran que podría ser la nueva definición del término Distopía aplicada. La CF pone en su lugar los finales ilusoriamente esperanzadores. Pero la literatura ha mostrado con ficciones la realidad que esconde el mundo.

De entre toda la colección de fallidas utopías, cabe destacar cuatro libros que han marcado el estilo de “otros mundos”, empecemos por las famosas:

Un mundo feliz’ fue una "mala utopía" para Aldous Huxley. Como obra maestra de la literatura de anticipación, presenta el escenario futurista en donde el pasado ha sido erradicado para sellar una nueva era desprovista de sentido histórico. La obsesión del Estado Mundial es solo el momento presente. Los ciudadanos de este futuro desconocen los valores morales y culturales, porque han sido condicionados para imitar un sistema con idea del bienestar, alojándose en la vacía comodidad de no hacer nada (zona de confort, como la llaman ahora).

El contexto histórico de esta novela (1932) es la depresión económica americana de 1929 con el crack de Wall Street, que repercutió en desempleo masivo y de una debacle social. Según Huxley, la gente deseaba estabilidad, y su utopía choca con los roles sociales que no son aceptados por todos, refiriéndose a cinco castas a las que la gente pertenecía desde antes de nacer, lo cual genera un círculo social inoperante entre comodidad-obligación-deseo, donde para controlar a la gente le daban una droga.

En 1984 (publicada en 1948), George Orwell inventa el hoy popularísimo “Gran Hermano” en una historia donde un poderoso controla la vida privada de los ciudadanos. Winston Smith trabaja en el Ministerio de la Verdad reescribiendo la historia para un estado totalitario que somete a la población, hasta que no quiere contribuir más a este sistema perverso y decide rebelarse.

Esta novela es una feroz crítica del totalitarismo. Los mecanismos de control de la sociedad orwelliana recuerdan a los del nazismo y el estalinismo, y la modernidad del ambiente narrado le da una vigencia impresionante. En el contexto histórico, Orwell parte de su experiencia militante en la guerra civil española y su análisis de los sistemas sobrevivientes a la segunda guerra mundial.

Para Orwell, 1984 es su manual de instrucciones para sobrevivir a un mundo deshumanizado, enfrentando los totalitarismos ideológicos. Ve con pesimismo el desarrollo tecnológico, porque «se permite solo cuando sus productos pueden aplicarse a disminuir la libertad humana».

Por su parte, Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, se basa en la frase popular inglesa «what you don’t know won’t hurt you» (lo que no sabes no te hará daño). Guy Montag es un bombero cuyo trabajo es quemar libros, que están prohibidos porque son causa de discordia. Un sabueso mecánico del Departamento de Incendios, armado con una inyección letal, rastrea a los disidentes que aún conservan y leen libros.

«Leer hace pensar y quien piensa no es feliz», dice Javier Memba. La novela describe una civilización esclavizada por los medios, los tranquilizantes y el conformismo. La visión profética de Bradbury es asombrosa: pantallas de televisión al tamaño de paredes que exhiben folletines interactivos, una población que escucha solamente una insípida música y noticias transmitidas por unos diminutos auriculares insertados en las orejas. Según Kingsley Amis, «Fahrenheit 451 es el más convincente de todos los infiernos conformistas».

Finalmente, Nosotros, de Yevgueni Zamiatin, escrita en 1921, prohibida oficialmente hasta 1988 en la URSS, se anticipa magistralmente a las tres novelas mencionadas. En su presentación: “En la ciudad de cristal y acero del Estado Único, separada por un muro del mundo salvaje, la vida transcurre sometida a la inflexible autoridad del Bienhechor: los hombres-número trabajan horarios fijos, siempre a la vista de todos, sin vida privada: el "yo" ha dejado lugar al "nosotros". El narrador, D-503, es el constructor de una nave interestelar que deberá llevar al universo «el bienaventurado yugo de la razón». Pero se enamora… y el amor equivale a la rebelión, así como el instinto sexual al deseo de libertad. Y fuera de los muros del Estado Único surgen los nuevos insurrectos”. Cualquier parecido con el bloque soviético es pura coincidencia, pero por eso vetaron a Zamiatin por muchos años.

En resumen, Un mundo feliz suprime la historia, presenta una sociedad manipulada desde la concepción de cada ser humano y dividida en castas desde antes de nacer. Vende la felicidad a base de pan, circo y conformidad. 1984 suprime los ideales, habla de estados centralistas, opresores y controladores, donde la felicidad es el pensamiento único. Fahrenheit 451 suprime la necesidad de aprender, desaparece la cultura escrita, y por tanto del pensamiento humano en general. Es decir, lleva a la felicidad por medio de la ignorancia. Nosotros, por su parte, suprime la individualidad del ser, centrando todo en la ideología del “nosotros”. La felicidad es el bien común.

En nuestra nueva realidad, concluyendo como ejemplo de las distopías mencionadas, estamos olvidando la historia, los ideales, el gusanillo de aprender y nuestra individualidad, y lo más malo de todo: nos están quitando nuestro derecho a tener derechos. Lo cual deja una pregunta para nosotros mismos, ante la inmensa ola de información desinformada que parece utopía: ¿Qué estás dispuesto a perder para asegurar tu futuro?

Las distopías nos plantan en las narices lo negativo de un mundo, cuando el sueño de la sociedad idealizada se finca un estado perverso. En la actualidad, la ciencia ficción y la realidad se encuentran en movimiento asintótico: se acercan mucho, muchísimo, pero jamás llegarán a juntarse. Tal vez aun no es tiempo de tomar el aprendizaje de las lecciones que nos brindan esas historias… y debamos esperar a hundirnos en la deliciosa conformidad.

Y a propósito de Ciencia-Ficción, les recordamos la invitación: el Taller de escritura creativa Alberto Huerta llevará a cabo un Ciclo de CF alrededor del libro Solaris del polaco Stanislaw Lem y sus adaptaciones al cine por Andrei Tarkovski (1972) y Steven Soderbergh (2002), con lectura del libro, exhibición de las películas y mesa redonda abierta al público. La cita es del 22 al 26 de septiembre en la Ciudadela del Arte. Saludos.

 

*Joseangel Rendón escribe desde 1995; recientemente ha publicado los libros Fantastrágico (disponible en Amazon) y Triplicantes, de narrativa, así como Animadversos de poesía.

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