Autonomía económica de las mujeres | El pacto patriarcal en la economía
María del Carmen Salinas Flores*
Estas últimas semanas se ha vuelto una frase común e incluso parte de los movimientos feministas el lema “Romper el Pacto”, pero ¿a que nos referimos cuando hablamos sobre esto? y sobre todo, ¿qué implicaciones de género tiene para el empoderamiento económico de las mujeres y la construcción de su autonomía económica?.
Antes de comenzar con este breve análisis, es de suma importancia aclarar que se trata de un pequeño esbozo, pues abarcar la totalidad del tema sería imposible en este breve espacio.
El pacto patriarcal al que se ha hecho referencia en estas últimas semanas, hace referencia a los acuerdos implícitos que tiene la sociedad para proteger acciones de violencia contra las mujeres, así como para mantener los privilegios del género masculino.
Este pacto dentro de nuestra sociedad pone en evidencia la normalización de la violencia hacia las mujeres, así como de las estructuras sociales desiguales entre hombres y mujeres, si bien, nos encontramos en un momento de apogeo en el que hablar sobre la violencia de género es cada día más frecuente, no siempre fue así.
Este acuerdo patriarcal dentro de la sociedad implica no mencionar, no castigar, no juzgar, no sancionar las acciones que perpetúan la violencia hacia las mujeres, pero sobre todo, brindar protección e inmunidad a las personas que han cometido tales actos.
Un ejemplo de esto, son los cientos de casos de mujeres que son controladas económicamente por sus parejas, cuando recurren incluso con sus familiares para pedir ayuda en situaciones de violencia, las respuestas clásicas son “si te da todo, no te hace falta nada”, “es tu esposo y tiene derecho”, ´”él es el que trabaja y puede hacer lo que quiera”, entre otras.
Estas frases tan comunes frente a situaciones de violencia forman parte del pacto patriarcal en nuestra sociedad, no se trata solamente de hombres protegiendo a hombres, sino de toda una sociedad que protege y normaliza situaciones violentas, invisibilizando las desigualdades de género.
Otro de los ejemplos del pacto patriarcal, que pocas veces es cuestionado se refiere al acuerdo para preservar privilegios, uno de las grandes brechas de género la podemos encontrar en el ámbito empresarial, en donde normalmente encontramos hombres al frente de empresas, mismas que serán heredadas a hombres, con el objetivo de preservar los privilegios para el género masculino, no importa que tan buena empresaria pueda ser una mujer, existe un acuerdo preestablecido que establece que las empresas se transmitirán entre generaciones de hombres.
Asimismo, en el mundo financiero donde también se busca mantener el privilegio de manejar los recursos económicos se ha buscado preservarlo para hombres, pero esto va mucho más allá de una red de apoyo entre el género masculino, sino que lleva consigo un acuerdo tácito en el que las mujeres juegan el papel clásico de esposas dependientes económicamente de hombres exitosos.
El pacto patriarcal en estos ámbitos también invisibiliza la violencia económica de la que pueden ser víctimas las mujeres, ninguna persona dentro de nuestra sociedad (ni hombres, ni mujeres), cuestionaría las acciones de un buen proveedor, que controla todo en su hogar, pues ese es el papel que se le ha asignado.
Por otro lado, la educación que se ha brindado a las mujeres desde hace siglos, les enseña a ser parte de este pacto patriarcal, en el que es más fácil cuestionar a las mujeres víctimas que a los violentadores, lo mismo sucede con la violencia económica, pues es más sencillo cuestionarse, ¿por qué las mujeres no son autónomas económicamente?, ¿por qué cedieron todo el poder económico a sus parejas?, que alzar la voz para señalar la violencia económica, que es una de las más difíciles de hacer visible, pues pareciera que no existe al no dejar marcas, moretones, heridas etc.
En este sentido, tanto hombres como mujeres debemos cuestionarnos la normalización de patrones sociales, comenzar a cuestionarnos los silencios que guardamos frente a la violencia, la invisibilización, los cuestionamientos a las víctimas que solemos hacer, incluso de aquellos chistes de los que nos hemos reído y que forman parte de una cultura machista, para comenzar a romper paso a paso este pacto.
Al pedir romper el pacto no se incita a una guerra entre hombres y mujeres, sino que se hace un llamado social para que todas y todos nos cuestionemos como de una u otra manera hemos sido parte de este acuerdo que daña el tejido social.
Este acuerdo, por supuesto que limita el desarrollo económico de las mujeres, frena el desarrollo del empoderamiento económico de las mujeres, pues como lo mencionamos en párrafos anteriores, no importa que tan capacitada estés, existen sectores en la economía y en el mundo laboral que suelen reservarse para hombres.
Romper el pacto implica que los hombres no protejan a los violentadores, que las mujeres seamos sororas con aquellas que deciden alzar la voz, que no callemos al ser testigos de situaciones que privilegian a sólo uno de los géneros, pues de lo contrario solo perpetuamos las desigualdades entre hombres y mujeres.
Finalmente, cierro este espacio haciendo un llamado tanto a hombres como a mujeres para que juntas y juntos cada día avancemos para poder romper este acuerdo patriarcal, que nos daña como sociedad.