Andar las vías | Un mundo adolescente que es nuestro mundo
No perdamos de vista a nuestros adolescentes, porque en esta etapa están pasando por un período complicado…”
Luna Morena*
No importa cuántos años tengan nuestros niños y nuestras niñas, para quienes somos sus papás siempre serán nuestros niños. Conforme van creciendo, el trabajar con ellos también tiene sus cambios y debemos estar alerta, conforme se vaya dando esa transformación. Si desde su edad temprana les transmitimos la confianza necesaria, y nos interesamos en aquellas charlas que buscaran tener con nosotros, ellos se irán dando cuenta que con nadie tendrán la cercanía que van necesitando; que no existen mejores amigos que sus papás. Que no se nos ocurra nunca, no ponerles atención cuando nos buscan para platicar con nosotros, porque su edad vulnerable con cualquier pizca de negatividad nuestra, los haremos sentir rechazados e indeseables. Si nos negamos a escuchar lo que nos quieren comentar, y los hacemos sentir como algo que solo fastidia, nosotros mismos los vamos haciendo que busquen fuera del terruño alguien que los escuche sin prisa, sin regaños, alguien que los haga sentir importantes, alguien que esté para ellos, como ellos lo necesitan justo en ese momento: que sea todo oreja y todo amigo.
Si por una vez les negamos la atención que nuestros adolescentes están necesitando, convierten esta negatividad en tragedia imperdonable y basta una vez, para que nunca vuelvan a procurarnos; entonces los empezamos a observar que poco a poco se van relegando de la familia, se van victimizando, poniendo en riesgo la integridad física o mental.
Cualquier desaire por pequeño que sea, algunos adolescentes lo toman como si fuera el fin del mundo, por eso salen de casa buscando ser escuchados el tiempo y el momento que ellos deseen. Desde luego que no encuentran una persona, encuentran un grupo de “buenos amigos” que lo entienden, lo comprenden, lo escuchan y además de quererlo todo le toleran, porque ahí no hay fijón.
No perdamos de vista a nuestros adolescentes, porque en esta etapa están pasando por un período complicado y nos referimos a ellos como “problemáticos”, e irresponsables; llenos de varios cambios, con los cuales surgen las interrogantes y ese anhelo de encontrar a quienes puedan despejarles sus dudas, y esas sensaciones internas que con la edad se van manifestando.
La Organización Mundial de la Salud define esta etapa como un período de crecimiento que se produce después de la niñez y antes de la edad adulta, por lo que es importante ir sembrando en su memoria el valor adaptativo, funcional y decisivo. El valor del respeto, la responsabilidad; además de conocer sus derechos, pero también sus obligaciones. No debemos esperar que crezcan y sepan leer para que los empiecen a conocer, sino instruirlos desde pequeños hasta su adolescencia temprana, su adolescencia media y su adolescencia tardía.
Nadie puede decir que nunca pasó por este proceso, lo que si pudieran comentar, es la forma de cómo lo vivieron, otros pudieran compartir, que pasaron por sentires semejantes y los que faltan, tal vez platicarían que en esa etapa se dieron cuenta que eran inteligentes, que podían aprender mejor las clases escolares, y por ende, aumentar sus conocimientos y sus calificaciones.
De cualquier manera debemos convertirnos en observadores de nuestros hijos, así estaremos alertas de su comportamiento, de sus andares por la vida. Si alguna o más veces quisieran hablar con nosotros, dejemos lo que estamos haciendo y dispongamos del tiempo necesario para poder escucharlos como ellos lo merecen y como lo necesitan. Nunca nada será más importante que nuestros hijos, porque nuestros hijos son nuestros, no son ningunos extraños.
*Escritora, poeta y promotora y difusora de la cultura. Soy tres estuches de monerías y casi un montón de cosas.
**Las opiniones plasmadas en las colaboraciones son responsabilidad de cada autor, así como su estilo de escritura. Ecodiario Zacatecas sólo es una plataforma digital para darlas a conocer a sus lectores.