Andar las vías | Por los caminos del agave y del tequila
“Mientras el agave ocupa su circunferencia y su altura, las tapias de la hacienda, que fuera de Lázaro Cárdenas, cuando llegó a ser presidente de México; son trinchera del abandono”
Luna Morena*
Andar las vías, no es solamente un nombre por ocurrencia, o por ponerle nombre; es porque tiene que ver totalmente con lo que me define, ya que soy fan de la investigación donde toda historia interesante y novedosa, me vaya llevando, y en ella encuentre el toque especial que sabe, a lo que debe saber el ir conociendo, investigando, y a la vez redactado de la mejor forma, aquello que entre mis pasos voy descubriendo, desenterrando y después comunicando.
Así por incontables caminos, parajes, montañas; campos llenos de sol, de cactus y rodadora, me ha sido posible encontrar retazos de construcciones que no nacieron solas, ni cayeron del cielo; hubo personas que se dieron a la tarea de construirlas para asentar con seguridad a la familia, para disfrutar el campo, o las noches de aquél pretérito cuando el cielo abundaba de estrellas, como si fueran edredones con realces especiales.
También pudieron ser edificadas para fiestas, reuniones sociales, o como un lugar de relajamiento y serenidad. De varias obras se tienen evidencias, por las generaciones que tienen a bien compartir todo lo que tiene que ver con esas reliquias, pero de otras se sabe muy poco, por el hermetismo con el que fueron hechas y por el hermetismo de sus propietarios; como lo es una hacienda construida a orillas de un rincón de Jalisco; de la cual según sus ruinas, fue un lugar bastante grande, cómodo y lujoso.
A pesar de que no existen bardas completas, entre los amplios patios se pueden distinguir lo que fueron las caballerizas, el pozo de agua privado, los bebederos, algo parecido a una alberca; hoy contenedor de tierra, maleza seca y varios cactus a mitad de perecer.
Sus escasos muros que siguen permaneciendo, todavía muestran lo ancho de sus bardas, igual que la uniformidad de estas, hasta las habitaciones y todo lo habitable con que contaba esta gran hacienda. A pesar de estar en ruinas, su opulencia y el acomodo de un adobe sobre otro muestran en silencio sus ayeres vivos equipados de luz en altas y bajas.
Seguramente esta obra, se podía distinguir a kilómetros de distancia y elogiar el cuidado y el esmero de su realización y porqué no, también ensalzar el buen gusto del dueño, que disfrutaba invitando a sus allegados, a pasar un buen rato de esparcimiento en su propiedad, construida y ganada con el sudor de su frente.
Se desconoce el por qué el presidente Lázaro Cárdenas, dejó abandonada tan pomposa construcción, siquiera la hubiera donado para asentar un museo, escuela, universidad, tecnológico, o para acondicionarla como una clínica, casa de cultura, en fin,¡cuánto desperdicio de dinero!
Hoy el inmueble convertido en tapias añosas, vive rodeado se sembradíos de maguey viviendo su vida tierna y apacible, sin temor al sol o a quedarse sin agua. Las plantas que embellecen los terrenos de tierra oscura y espesa, están bajo el cuidado de los expertos en estos ejemplares; de los que saben punto por punto, lo que necesita el maguey para ir creciendo, extenderse y permanecer.
Mientras el agave ocupa su circunferencia y su altura sin perder su color, las tapias de la hacienda, que fuera de don Lázaro Cárdenas, cuando llegó a ser presidente de México; son trinchera del abandono, de la dureza del tiempo; de los años que pasan llevándose jovialidad, resistencia y brío. Ahí ya nadie busca nada, porque no hay nada que encontrar.
*Escritora, poeta y promotora y difusora de la cultura. Soy tres estuches de monerías y casi un montón de cosas.
*LAS OPINIONES PLASMADAS EN LAS COLABORACIONES SON RESPONSABILIDAD DE CADA AUTOR, ASÍ COMO SU ESTILO DE ESCRITURA. ECODIARIO ZACATECAS SÓLO ES UNA PLATAFORMA DIGITAL PARA DARLAS A CONOCER A SUS LECTORES.