Andar las vías | Momentos de convivencia, de reuniones en familia, de compartir…

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“Desde siempre sabemos que, en estos meses, los días son más cortos y por lo tanto oscurece más temprano”

 

Luna Morena

Pasan los años con sus costumbres, sus fiestas y sus momentos de colores distinguidos, que las personas van colocando sobre los sitios más vistosos; justo donde puedan ser hermoseados por cada peatón acostumbrado a transitar entre horarios vespertinos y nocturnos. Para nadie, esta época pasa sin sentirse, sin disfrutarse y sin andar involucrado. Es una temporada que, a pesar del frío intenso, de las lluvias y de sus días nublados, tiene algo inexplicable que nos acomoda a su aire y a sus coloraciones.

Desde siempre sabemos que, en estos meses, los días son más cortos y por lo tanto oscurece más temprano. Pareciera que es muy noche y en ese pensamiento llegamos a incomodarnos, por andar a esas horas fuera y lejos de nuestras viviendas; tanto, que cada momento procuramos el tiempo en nuestro teléfono, porque solo de esa manera comprobamos que es temprano; solo que, en los días de invierno, la oscuridad se hace presente más pronoto que en las otras estaciones.

Antes de la fecha más especial que viene señalada sobre nuestros calendarios, nunca faltan las reuniones entre amigos, llevando un presente para el intercambio organizado con anterioridad; cuya ilusión de recibir un detalle del amigo, del compañero de trabajo, del conocido o del vecino, se acrecienta más al momento de ir desenvolviendo el presente que cada uno decidió adquirir para esa noche. Nadie necesita hablar nada, sus expresiones, sus leves movimientos de cabeza, sus entrecejos contrariados, hablan por sí solos; haciéndonos saber, la satisfacción y/o la desilusión que les provocó aquella cortesía tan esperada para unos, e inesperada para otros, por el esmero escaso y por solo el simple hecho de cumplir la encomienda. Esto la mayoría de las veces sucede, porque cada quién tenemos nuestro pensar, nuestra generosidad cuando obsequiamos, junto con la felicidad que queremos presenciar sobre el rostro de quienes reciben nuestra dádiva, para que después y sin pedírselos,   nos den   las gracias entre la concurrencia de  varios  semblantes callados;   tratando de disimular el desencanto, frente a los rostros sonrientes, satisfechos y  en total agradecimiento.

Desde luego que no damos la opulencia que no tenemos y que nos pueda dejar sin efectivo por quedar bien y porque nos envanezca delante de los presentes; pero sí podemos ser selectivos al momento de nuestra adquisición, ya que sobran locales mostrando su mercancía a granel, con variedad de precios, de volumen, de tonalidades y de atracción. Claro que después de convivir un tiempo considerable con las personas, entre una charla y otra, nos hacen saber sus gustos; ya sea de ropa, de comida, de música; así vamos teniendo una evidencia relacionada con sus preferencias, con lo que se lleva y le va bien. Basándonos en aquello que sin querer pudimos conocer, tratamos de llevarle lo más parecido a sus gustos, de acuerdo también a lo que podemos comprar, sin afectar en demasía nuestros ahorros familiares.

En esta estación de predilecto frío (para mí), con sus fechas más destacadas y generalmente concurridas; como que se siente algo diferente (según yo), algo que nos arropa y que camina cerca de nosotros; imitando nuestros andares, nuestras direcciones.  Sensaciones que en otras fechas no podemos percibir, aunque transitemos por las mismas calles, por los mismos rumbos y con la misma gente. Es como si   algo infinito nos invitara a refugiarnos entre unos brazos que no podemos ver ni explicar, pero que nos hace experimentar una paz que quisiéramos tener cotidianamente.   Pareciera que el mundo con sus rencillas injustas, hiciera un alto de afecto y respeto, ante quien  vuelve haciendo  invisible su eterno recorrido navideño;  para proteger con su calor espiritual a los que carecen de abrigo contra el frío,   además de   solidarizarse  con  el sinnúmero de necesidades  familiares,  que  permanecen afectando su existencia  y sus  anhelos de salir adelante.  Notándose sobre su estructura el trabajar sin descanso, el trabajo agotador y pesado. Teniendo la necesidad de hacerlo a pesar de las inclemencias del tiempo, a pesar de las continuas malpasadas y de las pocas ganancias.

Diciembre, noche buena y navidad. Temporada de reuniones, de convivencia, de compartir; de dar de acuerdo al color de  nuestra  esencia y a la carga de  nuestro corazón.  Lluvia de abrasisimos para todos.

 

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