Andar las vías | Las mascarillas o cubrebocas también son desperdicios, su final no es la calle
“No tire su mascarilla o cubrebocas en la calle, a la salida de la escuela, o de la carnicería; no lo tire en lugares concurridos, que se ve mal rodando por ahí”.
Luna Morena*
De acuerdo como vivamos diariamente al interior de nuestras viviendas, nuestros hijos lo evidencian donde quiera que van, sin importar con quien estén. Desde siempre nos ha tocado ver una actitud prepotente, ventajosa, y abusiva, cuando reprobamos a quienes tiran sus desperdicios sobre las banquetas, en el tronco de los árboles, o simplemente haciéndose de la vista gorda la arrojan sobre la calle esparciendo contaminación; esa que los perros vagabundos, llegan revolviendo por mermar su hambre, mientras huelen su contenido buscando lo que puedan comer.
También, sin temor a equivocarme, más de muchos de nosotros hemos visto, cuando de algún coche en movimiento sin tantita conciencia quienes viajan en su interior, tiran su bolsa con las sobras de lo que en el camino han ido consumiendo. Esto no lo hacen solo una vez, sino las que sean necesarias, se trata de no llevar nada de desperdicios a la casa. Basta con planear una salida al campo, para que dejen el camino por donde van, todo basuriento, igual el sitio donde acamparon, y el camino de regreso.
Es importante observar, que esa actitud ya reprobada, es imitada por la descendencia de quienes reaccionan de una manera muy silvestre, cuando alguien intenta corregir ese comportamiento nada agradable, para quienes si procuran de vedad cumplir con sus reglamentos de ciudadano responsable.
Pocos son los ciudadanos conscientes y sensatos, que cuentan con unos hijos del mismo perfil, perfil que da gusto encontrar, y hasta darlo a conocer, cuando es necesario compartir algún ejemplo con sensatez y sentimientos sociales; porque sí los hay, en este mundo, no todos son gandallas ni rotos, también estamos nosotros; a los que desde niños nos fueron dando la orientación, que conforme crecíamos íbamos necesitando. Nos enseñaron donde colocar los desechos tanto al interior de nuestras viviendas, como al exterior. Si el lugar donde estamos viviendo se ve bonito cuando está limpio, nuestra ciudad se verá igual de bonita.
Es bien molesto encontrar residuos donde nunca deben estar, y si a estos les agregamos los cubrebocas, que en nuestro andar las vías vamos encontrando a un lado y otro de nuestra dirección, nuestra molestia se convierte en coraje inoperable. Los vemos de todos colores, tamaños formas, y telas. Desde luego que para nada nos interesa su hechura, pero como los tiran donde les da su gana, y a nuestro paso uno, a uno, los vamos encontrando, es imposible no verlos. De ninguna manera es sano que la mascarilla ya usada este rodando por ahí, pisada por nosotros, por nuestros niños que salen de su escuela, debido a que no es nada difícil desecharla al interior de nuestras casas. Por lo menos a mí, a mis hijas, como no nos gustaría encontrar nuestra mascarilla rodando entre las calles; cuando ya les dimos el uso necesario, y las lavamos cuantas veces lo necesitaron, las vamos colocando al interior de un pequeño recipiente de barro, después les ponemos algo de alcohol y las quemamos. Es fundamental que los desechos, los desperdicios, la basura, según como la nombre cada quien; sean puestos en el sitio donde les corresponde, recuerden que en tiempos de lluvias, las alcantarillas pueden taparse con todo aquello que tiramos, entonces el agua sube a nuestras casas, porque su tránsito que debe ser libre, está siendo estorbado. Después culpamos a la autoridad por su mal trabajo ante la necesidad del ciudadano. No tire su mascarilla o cubrebocas en la calle, a la salida de la escuela, o de la carnicería; no lo tire en lugares concurridos, que se ve mal rodando por ahí. Que se vea lejos nuestra conciencia social.