Andar las vías | Es necesario un brebaje que extermine a la especie machista y opresiva
“Es necesario romper de golpe con esta cadenita; los bravucones deben caer desamparados, sin nada de auxilio ni soporte; porque no puede ser que no les duela hasta el alma dejar a sus hijos marcados”
Luna Morena*
Escuchar expresiones nada agradables, refiriéndose a las duras costumbres que varios papás ejercían y continúan ejerciendo sobre sus pequeños; nos ocasiona molestia, desagrado, enojo, coraje y un desacuerdo inmenso que desde el estómago, cerebro y corazón reprobamos dimensionalmente por la carencia de razón y sin tantito remordimiento.
Ser tan viscerales y lo que le sigue con su descendencia, no es para que los responsables de una familia se vanaglorien mientras ponen las mismas reglas usadas por sus papás, sobre la estructura pequeña de sus consanguíneos que a veces ni siquiera saben el motivo que provocó su ira donde ve y da.
Cuidado si cualquier persona se atreve a defender al hijo reprendido; eso hará que suelte el nido de aquél palabrerío irreverente; alegando que solamente toma el ejemplo de sus padres y que gracias a sus castigos se volvió responsable, respetuoso y obediente. Lo mismo sucederá con sus hijos, por eso sin dudar ni pensar, usará sobre ellos lo que él aprendió.
Es necesario romper de golpe con esta cadenita; los bravucones deben caer desamparados, sin nada de auxilio ni soporte; porque no puede ser que no les duela hasta el alma dejar a sus hijos marcados; por los impactos de una diestra irrazonable y de un corazón cimentado sobre la pesadumbre y los sinsabores.
No es la mejor manera de hacerse respetar por los hijos; estos castigos lo que les están generando, es un miedo terrible combinado con desconfianza y pánico hacia sus mayores; hacia quienes debieran ponerlos como sus más grandes héroes, como sus más grandes amigos y sin embargo nada de eso existe en su pequeña vida; que debe ser moldeada y fundada en el amor, en la confianza, en el diálogo; en la sana convivencia y en la paz para que el día de mañana puedan sembrar eso mismo que recibieron y dejar para siempre y de una vez aquéllos sentimientos fundados entre el dolor, el castigo, el daño y el rencor.
La comunicación con nuestros hijos, debe llevar implícito el respeto y el amor que les tenemos. El que sean pequeños a nadie le da el derecho de tratarlos con gritos y palabras hirientes, ya que el cerebro de los pequeños, se bloquea ante cada grito que él recibe.
Tiempo después, sus movimientos se vuelven temerosos y sus sitios para estar; son los rincones, la oscuridad y la soledad. También esto afecta en su escuela, en los estudios que lleva y en sus actividades educativas; porque su cerebro pierde el 100% de retención y de crecimiento.
Es entonces cuando aparece el rezago escolar, el desgano al estudio y el fastidio hacia las tareas. Y si en estos sentires se hace presente la molestia del jefe de familia, queriendo remediar con sus eternos regaños y hasta con golpes, la situación del niño; sucederá todo lo contrario. Lo único que esto ocasionará es que el estrés infantil se adueñe de su pequeña estructura y apague por completo si algo de felicidad le quedaba.
Su corazón, su memoria, él; desconocerá lo que esté padeciendo; pero sabrá que tiene dolor, angustia; que ha perdido el deseo de hacer las actividades de su edad con sus juegos de siempre. Que ha perdido el ánimo de compartir con sus amiguitos tantas ocurrencias, tantos sueños, tantas ideas. Se llama tristeza, nostalgia, melancolía, desdicha… En situaciones así ¿Dónde quedan los derechos de los niños?
*Escritora, poeta y promotora y difusora de la cultura. Soy tres estuches de monerías y casi un montón de cosas.
*Las opiniones plasmadas en las colaboraciones son responsabilidad de cada autor, así como su estilo de escritura. Ecodiario Zacatecas sólo es una plataforma digital para darlas a conocer a sus lectores.