Andar las vías | Cuando el derecho a la salud sabe a pez despacio
“Ese día, la bondad y la solidaridad estaban ausentes justo en el consultorio de oncología…”
Luna Morena*
Cuando la gente habla del mal servicio del burócrata no lo hacen por inventos ni por ocurrencias; lo hacen porque para su mala suerte, han tenido que pasar por situaciones difíciles, cuya vía para una orientación necesaria y oportuna, es acudir a estos lugares dedicados a cuidar la salud de la sociedad, sea cual fuere el padecimiento que en esos momentos les aqueja.
Ese día, la bondad y la solidaridad estaban ausentes justo en el consultorio de Oncología. Más de 20 pacientes aguardaban al médico responsable de esa especialidad, quien todos los días les pedía estuvieran a las 7 de la mañana; porque de no hacerlo, tendrían que irse a su casa sin haber sido consultados y sin recibir el tratamiento. Así que el grupo de personas, obedeciendo órdenes médicas, se volvieron puntuales para no disgustar al doctor. Pero él nunca llegaría, ni mañana, ni la próxima semana, ni el mes siguiente, ni el otro y para colmo, no se anunciaba a la brevedad posible, ningún suplente que pudiera atender estas urgencias. Urgencias que no deben quedarse ni un día sin tratamiento y ante esta falta de responsabilidad burócrata, estarían mucho tiempo sin el medicamento requerido, para seguir combatiendo este hongo malo y desalmado. Se trata de detener su propagación; por eso el Oncólogo no debe ausentarse sin antes avisar sus faltas, para que venga un suplente a darles seguimiento; cumpliendo así con su obligación y con el juramento hecho al momento de terminar su carrera.
Enterarme de semejante abandono no es nada agradable, ni la impotencia que en ese momento empieza a atraparme; no solo por ver apagado y bien cerrado el consultorio, sino por ver aquellos rostros tristes tragándose el coraje por tan mala acción y sin poder hacer ni decir nada; porque de hacerlo empeoraría el servicio para ellos, más de lo que ahora está. Por lo cual viven aguantando en silencio la nula atención del especialista, quien como todo burócrata brilla por su ausencia; dejando a los pacientes sin nada de atención, sin medicamentos, sin terapias, sin nada que pueda ayudarlos a detener y muchas veces a sanar de ese veneno que llega sin aviso.
Es importante mencionar que lo ahora escrito, no es por idea mía; es por encontrarme con el señor Miguel Ángel Hernández; siempre trabajador responsable, comprometido y leal. Por la ineficacia de los trabajadores para la salud y dizque la falta de presupuesto, se negaran a darle el servicio de quimioterapias en un Seguro Social; siendo que es un trabajador de hace muchos años, mismos que ha cumplido al pie de la letra, con un porcentaje de su sueldo a favor este hospital de gobierno, para cuando él y/o la familia lo necesitaran y cuando él necesitó una atención de urgencia, se negaron a atenderlo, alegando que no tenían el presupuesto necesario para darle seguimiento a su enfermedad; puesto que el Seguro no tenía nada de capital para ayudarlo con su problema de salud. Así anduvo de puerta en puerta y los médicos como si se hubieran puesto de acuerdo, le decían lo mismo. Así llegó con el director confiando en que él como autoridad pondría orden a tanta indiferencia recibida, lo cual no sucedió; también dijo que no tenían nada de presupuesto, que incluso él había ido a la ciudad de México a ver si el Gobierno Federal o las majestades del congreso de la unión, le podían facilitar el efectivo correspondiente y suficiente para servir a cada uno de los pacientes de acuerdo con su padecimiento. Pero que nadie le quiso dar ni un peso; así que dijo haber regresado triste, triste y con las manos vacías. El señor Miguel se pregunta: ¿Dónde quedó el dinero que de su sueldo por tantos años le han estado descontando? ¿Dónde quedó el derecho que como beneficiario de acuerdo con la ley debe tener? Por eso vive trabajando las horas obligadas y hasta extras para evitar cualquier problema tratándose de salud. Nunca pensó que lo tendría y justo en su persona.
Total que nadie en aquel Hospital quiso darle la atención urgente que necesitaba; teniendo que acudir a una clínica privada, donde cada terapia tuvo un costo de más de 30 mil pesos, sin más remedio que endrogarse con 200 mil pesos para recibir y pagar el servicio.
Es importante que los responsables de la salud no escatimen para nada en todo lo necesario que cada hospital de servicio social debe tener. Problemas como el mencionado, no deben de existir, puesto que las enfermedades avanzan y se supone que por eso existen los Hospitales, los Doctores y todo el personal que trabaja ahí. Toda clínica cualquiera que sea; la 1, la 2, la 3, 4, 5 y las que siguen, deben tener cubiertos todos sus menesteres.
Los responsables tienen la obligación de estar revisando día con día por si algo estuviera haciendo falta y no esperar a que se presente una urgencia en la cual no es posible negarle el tratamiento, mucho menos detenerlo defendiéndose con falsedades y excusas sin tantita verdad.
Esto es totalmente una ausencia de progenitora en mucho personal para la salud; también un quedarle a deber a la bata blanca, al mundo de pacientes y hasta a ellos mismos por escudarse en el engaño, en el embuste y en el cinismo; con una deslealtad enorme a su profesión, a su especialidad, a los pacientes. Hoy el señor Hernández además de enfrentar tan complicada enfermedad; enfrenta una droga económica bastante pesada, todo porque en uno de los tantos seguros Hidrócalidos se negaron rotundamente a darle la atención que con urgencia él necesitaba, por eso su queja narrada y escrita. Deseo de todo corazón que el infinito intervenga y le conceda una pronta recuperación. Igual para todos aquellos que están con el mismo problema de salud.