A q u e l a r r e | Lo que traen las visitas relámpago de López Obrador
No podemos decir que no se ha hecho, porque sí, pero la transformación es paulatina. Nunca podría ser de un día para otro y menos, como todos reconocemos, se viene de más de 80 años de una sola forma de hacer las cosas, de cambios a cuenta gotas y de solo buenos deseos.
Tanya Ortiz*
Que en un año y medio de administración estatal, el presidente Andrés Manuel López Obrador ya haya visitado Zacatecas en tres ocasiones –o cuatro- no es cosa menor, si tomamos en cuenta que hay otras entidades, como Tamaulipas, Querétaro, Colima y Aguascalientes, a las que el mandatario federal no ha hecho tantas visitas como tal vez sus mandatarios quisieran.
Que Morena haya ganado las elecciones para la gubernatura del estado fue el primer aliciente para que López Obrador se decidiera a tener esta entidad más cerca; hay que devolver a la gente la confianza depositada en el partido y en su proyecto, así que eso de los olvidos, por lo menos para agradecer, no van con él, hacia Zacatecas.
De los primeros compromisos que estableció el presidente con esta entidad, fue el establecimiento de una estrategia de seguridad que ayudara a la pacificación del estado; otro fue la construcción de universidades y, otro, la de varios bancos del bienestar, para dar atención a la población vulnerable.
A todos esos proyectos, el presidente les ha estado dando seguimiento: para la estrategia de seguridad ha enviado, de manera constante, personal militar y de la Guardia Nacional que, incluso, se ha instalado permanentemente en algunos puntos estratégicos de la entidad para combatir al crimen organizado.
La pelea en materia de seguridad es férrea y ni el Estado ni la Federación han bajado la guardia, pese a que la percepción de inseguridad en momentos se incrementa y agudiza.
La cancelación de algunas ferias importantes en la entidad, como la de Pinos y la de la Primavera, en Jerez, es una muestra de esa percepción que tienen los zacatecanos de que no pueden andar tranquilos por las calles sin que se topen a algún delincuente que haga de las suyas y terminen como daño colateral de la violencia que no nos deja vivir en paz.
Luego, con la construcción de las universidades, como en Pinos otra vez, porque aquella zona ha sido identificada como de población prioritaria y que forma parte de la franja de pobreza, se construyó una. Otra en Mazapil. Y realmente de este tema es del que menos sabemos.
Sabemos que ya están en operación incluso, con jóvenes de la región que han encontrado en estas universidades la oportunidad de continuar con sus estudios con carreras profesionales acorde a su contexto social y económico.
Será cuestión de indagar cómo se trabaja, cuántos jóvenes, el porcentaje de inserción en el plano profesional, docentes adscritos a dónde y cómo, etcétera, para checar qué tanto avance ha tenido este proyecto.
El otro, el de los bancos del bienestar, pues ahí la lleva también. Hasta el momento, la delegación de los Programas del Bienestar ha cumplido la encomienda, a gritos y sombrerazos, para entregar los apoyos de los adultos mayores, de discapacidad, de madres solteras y de estudiantes de nivel medio superior.
La gente beneficiada ha tenido que estar horas y horas esperando sus tarjetas y luego otras horas formadas en los bancos que antes eran telégrafos, para poder cobrar sus pensiones.
He ahí un reto monumental: la edificación de al menos 62 bancos en la entidad y la contratación del personal suficiente para que brinde atención a los miles de beneficiados. Pues ahí la lleva también.
No podemos decir que no se ha hecho, porque sí, pero la transformación es paulatina. Nunca podría ser de un día para otro y menos, como todos reconocemos, se viene de más de 80 años de una sola forma de hacer las cosas, de cambios a cuenta gotas y de solo buenos deseos.
Quedan dos años de este gobierno. Seguiremos esperando.
