A q u e l a r r e | ¿Leyes laxas y flexibles? Cuando se hace justicia en los bueyes de mi compadre

A q u e l a r r e | ¿Leyes laxas y flexibles? Cuando se hace justicia en los bueyes de mi compadre

“Resulta irrisorio que aquellos que han estado en el lugar de los que buscan hacer cumplir la ley, ahora estén en el banquillo de los acusados”.

 

Tanya Ortiz*

Son miles las voces que claman justicia en México: por mejores salarios o mejores oportunidades de crecimiento; por los miles de homicidios de los que no hay responsables; de otros miles de personas desaparecidas; por las malas obras públicas que han costado vidas humanas; por los millones de pesos no aplicados en proyecto de beneficio colectivo y sí en el de unos cuantos…

Ver en lo general cada asunto nos lleva a daños patrimoniales, desencanto e incredulidad colectivos; desconfianza hacia las autoridades de los tres órdenes de gobierno y de los tres poderes; al deterioro, en todos los aspectos, de las condiciones de vida de comunidades; al rechazo a las nuevas propuestas políticas…

En cambio, ver en lo particular cada caso, además de que genera sentimientos similares a los antes mencionados, lo que sucede alrededor va en menoscabo de la estabilidad y la cohesión familiar, de unas finanzas sanas y hasta de la salud mental y física de sus integrantes, por mencionar algunos aspectos.

Es aquí cuando aparece la empatía de la colectividad. Cuando la gente que se entera de tal o cual hecho que implica sufrimiento ajeno o un perjuicio que considera injusto -lo sea o no- se suma a una exigencia generalizada para clamar justicia

Pero ¿qué pasa cuando ese clamor va dirigido hacia nosotros o alguien de nuestra familia o un muy cercano? Es ahí cuando entra este famoso dicho: “hágase justicia en los bueyes de mi compadre”.

Es decir, mientras a los míos no los toquen, no hay problema.

Recuerdo el video que se hizo viral, de una familia que defendía de manera férrea a uno de sus miembros, un joven que recién había salido de la cárcel y osó meterse a robar a una casa habitada por muchachas estudiantes quienes lo agarraron a golpes con una cacerola, con un ladrillo, con lo que pudieron, y terminaron matándolo.

La familia de este muchacho reconoció que él en efecto, se dedicaba a robar y era un drogadicto, “pero no le hacía daño a nadie. Vamos a denunciar a esas mujeres porque no tenían por qué haberle pegado con la cacerola. Eso fue injusto, él solo se había metido a robar y sí, entraba y salía del Cereso porque lo habían agarrado varias veces, pero él no hacía ningún daño”.

¿En serio cree usted eso? ¿Y el daño patrimonial a quienes robó? ¿Y el daño físico causado en la rebatinga por robarse las cosas? ¿Y el daño emocional? ¿Ese cómo se repara?

A lo largo de la historia hemos dado cuenta de sinfín de acusaciones a políticos de todas las áreas de la administración gubernamental de los tres niveles de gobierno: desde secretarios, hasta el presidente; desde un servidor público menor hasta un senador, y contadas veces nos hemos enterado de investigaciones efectivas en su contra y mucho menos de que se haya aplicado la ley en su contra, en busca de justicia ante los delitos que se les imputan.

Resulta irrisorio que aquellos que han estado en el lugar de los que buscan hacer cumplir la ley, ahora estén en el banquillo de los acusados, como Jesús Murillo Karam, exprocurador General de la República en el sexenio de Enrique Peña Nieto.

No sé si se les olvida que también son sujetos susceptibles de ello o creen que, por estar en un lugar de privilegio, son intocables y pueden hacer de las leyes un objeto maleable y flexible para ajustarlas a favor de quien lo necesite, según sus propios intereses o así fueren de otros, siempre y cuando no los perjudiquen, pero si lo benefician, qué mejor.

Si la vida es una rueda de la fortuna que da vueltas, no sé qué les hace pensar que sus cargos serán vitalicios y su actuar, sobre todo, incuestionable.

Tal parece que se les olvida lo que es el karma…

 

*Politóloga, periodista y abogada. Amante de la lluvia, la música y el petricor.

 

**Las opiniones plasmadas en las colaboraciones son responsabilidad de cada autor, así como su estilo de escritura. Ecodiario Zacatecas sólo es una plataforma digital para darlas a conocer a sus lectores.

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